lunes, 30 de septiembre de 2013

EL HOMBRE DE SU VIDA

-¿Sabes? Podías ser lo más parecido al hombre de mi vida y seguramente yo seré para ti la mujer de la tuya pero sin embargo no nos vamos a dar tiempo para ser nada.
Mientras hablaba, ella se subió los pantalones de espaldas a la cama, sin molestarse siquiera en mirar para atrás, sabía lo que había.
En el lecho, él se revolvió incómodo entre las sábanas de esa cama deshecha y arrugada, a penas le tapaban y sin embargo empezaba a contemplar la idea de salir huyendo sin tener claro hacia donde podía ir la conversación.
Abrochándose la camisa se enfrentó a su despistado contrincante de batalla y le sonrió, una media sonrisa, entre cómplice y aun coqueta...Despeinada y radiante estaba tan bella como lo está una mujer satisfecha. Con la luz propia.
- No te asustes, ha sido solo una idea en voz alta... un pensamiento ridículo...o puede que no. Dime... ¿qué tendría de malo, dónde está la complicación? Puedo creer que eres perfecto para mi, pero eso no implica que lo seas: ni perfecto, ni mío. Puede que seas tan ideal justo por el hecho de que no vas a ser nada...
Se agachó con suavidad para besarle en los labios a la misma vez que conseguía recopilar sus botas.
Sentada en el filo de la cama, a su lado, aún podía llegarle su aroma y el olor a sexo. Habían sido horas de batalla, de baile sensual de sus cuerpos, de entrega sin condiciones y sin reglas. Se habían comido, lamido, disfrutado....sin pedir nada a cambio, sin compromisos.
Le sorprendió el abrazo de él, que la rodeó despacio y le besó suave en el cuello, sin palabras, fue suave pero implacable y buscó desnudarla de nuevo. Ella se resistió ...musitó un "tengo que irme" y por contra, se dejó llevar de nuevo, soltando las botas y volviendo a su cuerpo.
Intentando recuperar el aliento, le miró a los ojos intrigada y sincera, ¿cómo debía interpretar este último gesto, esta vuelta a la más íntima complicidad?
Mañana quizás se lo plantearía...

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