lunes, 19 de marzo de 2012

CAIRELES AZABACHES

Tumbado en la cama de un hotel que a duras penas recuerdo dónde es.

Las persianas bajas, las cortinas echadas, la comida ya lejos pese a ser temprano, y los ojos entrecerrados. No se escucha prácticamente nada, hace unos minutos se oyeron pasos, tacones de una mujer avanzando por el pasillo, una puerta que se abre, una risa ahogada, una sonrisa que me sale espontánea pensando qué tipo de postre se estarán tomando algunos. Envidia sana.

Va llegando la hora, dentro de poco sonarán los tres golpes en la puerta, siempre los tres golpes, ni dos ni cuatro, si fueran un número diferente sabría que no es la persona que espero y ni me molestaría en levantarme, no iría a ver quién es. No es por presunción ni por mala educación, es que ahora no es el momento.

Qué importante la monotonía, el ritual, siempre igual, siempre lo mismo, dando igual el lugar, pero paso a paso se va repitiendo, tarde a tarde…

Empiezo a recorrer mentalmente mi cuerpo, noto los tobillos fuertes, los gemelos tensos, casi listos, la espalda no duele y los brazos están ahora relajados, luego dejarán de estarlo. La mente limpia, abierta, preparada, concentrada.

Comienza a funcionar el aire acondicionado, está puesto a la temperatura justa y ahora, que me estaba quedando más frío, el rumor del motor me avisa que volveré a estar a la temperatura ideal.

El pensamiento vuela a ti, pero lo dejo de lado, tengo que estar concentrado, no puedo distraerme, no puedo dejarme llevar por las pasiones o el corazón en este instante, luego sí, luego habrá lo que tenga que haber. Después de la cena, cenaremos juntos.

Miro el reloj que tengo a la derecha, sus números fluorescentes me avisan, ya no falta nada, ahora sí, ahí están, los tres golpes.

Una mirada de hombre a hombre, a los ojos…”Maestro…”

Vamos allá, estamos frente a frente y comienza la doctrina, el rito, comienzo a vestirme. La coleta, las medias, la taleguilla… Hoy toca azul y negro azabache, el traje que más me gusta. La chaquetilla aun colgada de la silla.

Una mirada a mi Capilla, luego tendré unos minutos para rezar, para pedir una buena tarde, una buena faena y volver bien, todos bien. Pero ya está montada, en la mesa que veo de frente, con todas y cada una de las estampas, medallas y fotos que tienen que estar, no me puede faltar ninguna ni puedo faltarle yo a Ninguna.

Ya va entrando más gente, ya va llegando la cuadrilla, todos vestidos y preparados, capotes en mano para salir por la puerta del hotel. Los estoques están listos.

Dejarme solo”

Me reúno con mi capilla, un recuerdo también a mi madre, que desde ahí arriba me tiene que estar mirando. Toco cada una de las imágenes y en mi tacto un ruega por nosotros.

Ya salgo, el ascensor y su luz refleja el brillo de mis caireles, me miro al espejo, el corbatín, negro está bien, el prendedor de la Virgen del Rocío, siempre Ella, cada vez tiene menos brillo. Me lo regaló mi madre, al principio, cuando tan poca fe tenían en mí la mayoría. Casi que no tenía convicción en mí yo mismo, sólo ganas, muchas…todas las ganas de un crío que quiere ser torero, que pasa las tardes moviendo el capote en un remedo de toreo de salón.

Hay gente en la puerta, suele haberla, da igual la ciudad donde esté, hay algunos hombres que luego se acercarán si la tarde ha sido buena también hay algunas mujeres muy guapas todas, la mayoría van ahora para la plaza, paso, las miro, sonrío y entro en la furgoneta, esa especie de segunda casa donde tantos viajes doy.

Ya vamos camino de la plaza, justo después de oír como se cierra la puerta corredera, no hay mucha distancia, ya estamos llegando, paramos justamente al lado de la puerta de entrada. Es una plaza de primera, bonita, inmensa desde abajo, donde caben muchos aficionados, todos pendientes de los tres espadas que vamos a torear hoy. Da vértigo, más impone el respetable que el toro.

Ya estamos aquí…vamos todos para dentro y en el callejón empiezan a colocarme el capote de paseo. Los alguaciles llegan y en breve se abrirá la puerta. La montera calada, no es la primera vez que piso esta plaza y que Dios reparta suerte.


4 comentarios:

  1. ¿Jesulín......?

    NJ :)

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  2. hija, lo mismo te metes en la piel de un torero que en el de una “desayunante” leyendo el periódico y todo lo "sientes" en su medida
    Enhorabuena

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  3. Era una broma lo del Ambiciones.

    Y específicamente...... a mí me suena a un muchacho de ojos claros, hijo, hermano, nieto y biznieto de toreros. Te he pillao... :)jeje

    NJ

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