martes, 17 de septiembre de 2013

BLANCO, JAZZ Y NEGRO

De la misma manera que no puedo evitar desconfiar de las personas que constantemente te dicen que son felicísimas, venga a cuento o no, me cuesta entender que alguien se aburra. Y aún menos en los tiempos que corren.
A mi me faltan horas en el día para poder abarcar todas las cosas que quisiera hacer, que tengo pendientes o en las que me gusta ocupar el tiempo libre. Gracias a internet, a golpe de click...tengo todo -o casi todo- lo que me apasiona a mi: leer, informarme, planear viajes y descubrir lugares y hoteles, escuchar música, ver vídeos de cocina, escribir...y también buscar fotografías.
Me parece un arte glorioso el captar una imagen y un momento dado de alguien o de algún lugar. Reconozco que me gustan las fotos sin retocar o que lo están poco y prefiero retratos de personas que fotografías de animales. Me apasiona la foto en blanco y negro.
En estos días he estado recuperando el hobby de buscar fotografía del dulce y viejo Hollywood. Aúno mi pasión por el cine clásico, los años cuarenta y cincuenta, la instantánea bicolor sin filtros, el glamour de entonces, las joyas y la moda, los peinados... Disfruto cada una de esas imágenes lamentando un estilo de vida que ya no está y que seguramente yo no hubiera podido alcanzar aunque hubiera nacido entonces e incluso si hubiera nacido allí. Por aquellos días llegaban pocas actrices a ser grandes estrellas y era la época en la que hacían contratos con las grandes productoras, y la verdad, es que yo nunca quise, ni quiero, ser actriz, pero esa alta costura, esos rostros perfectos y esa vida entre el lujo, las copas y la interpretación, no tengo más remedio que envidiarla, y vivirla ahora, en este momento y en este siglo.
Mientras suena el jazz en la voz de Julie London susurrando "The more I see you" en mi ordenador, imagino un club tenue en el que las parejas bailan rodeados de orquesta, humo y efluvios de perfume mezclado con whiskey, donde las estolas de piel y las joyas pasan inadvertidas por lo común, las mujeres tienen caprichosas pitilleras y los hombres elegantes encendedores solícitos a cualquier necesidad femenina y al mismo tiempo imagino en una de las mesas reservadas, a Frank Sinatra y Ava Gardner ríendo, como en la última foto que busqué de ellos y contemplo al animal más bello del mundo y a la voz, juntas, y quisiera ser el amable fotógrafo que inmortalizó esas sonrisas quizás justo antes de una de esas terribles discusiones que protagonizaban los dos...agrandando la leyenda puede que quizás sólo para volver a tenerse con más intensidad...

 
 
 

3 comentarios:

  1. Gracias por el sugerente retorno literario a ese pasado sentimental y fotográfico, reflejo de un mundo elegante e indoloro en el que a las estrelals de Hollywood incluso les planchaba Givenchy el agua de sus piscinas. Me has alegrado el arranque de la mañana con un texto en el que teclea sin duda el latido de aquel orbe balneario, cinematográfico y calmoso en el que ni siquiera la muerte tenía su reloj en hora.

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  2. Después del comentario del Gran Hombre no tengo más que decir, solo que besos a los dos.

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  3. A lo mejor te gusta mi recopilación de fotos:
    Jazzy People

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