La primera vez que te tuve en brazos me miraste con esos ojos atrevidos, te hice cosquillas y me sonreíste. No lo olvidaré en la vida. Tu madre me contaba un montón de cosas a las que yo no prestaba ninguna atención porque te habías convertido en un imán, en una personita que me había conquistado desde el primer momento.
Con ese pelo tan corto y tan rubio, parecía que no existía, esos ojos rasgados y ese pegote de nariz que casi me hacía plantearme como podías respirar, estabas siendo el rey de mi fiesta, mi tema de conversación favorito, y sé que llegó tu hermana a pedir su trocito de atención y recuerdo que vinieron corriendo también mi hija con una amiguita y yo por todo saludo les enseñé la dulzura que tenía en los brazos y ellas, en el tiempo que dura la atención de una niña de tres años, juguetearon contigo mientras tú, ¡ay, sinvergüenza!, te dejabas querer.
Cuando tu madre decidió que te estaba malcriando demasiado, que era hora de irse y que te sentabas en el carro no me gustó la idea, tuve que obedecer y volver al mundo real pero con la misma desgana que me ponía a ordenar mi cuarto cuando era pequeña. De ese carro te liberé muchísimas veces hasta que empezaste a dar los primeros pasos y entonces pasé a correr tras de ti.
Durante años te vi crecer y hace tiempo que no te veo, los kilómetros y las circunstancias han hecho mella pero no te olvido, me cuentan que estás hecho un hombre de diez años, un tío independiente y resolutivo, guapo y meloso, y siento mucha envidia de los que te tienen cerca porque tú has sido una parte muy importante de mi vida y ahora me faltas.
Tengo guardado el calendario de cuando participaste en él con la Asociación, nos contó tu madre que fuiste un protagonista indiscutible, mano a mano con Miguel Ríos, que enamoraste a todos y a la cámara. ¡Cómo no! Es que no podía ser de otra manera...aún no te conocían.
Un día, mientras tu hermana jugaba con mi hija, tú no te acuerdas, yo jugaba contigo con cierta dificultad porque estaba embarazadísima y una señora mayor, sin mala intención -supongo-, me dijo que tuviera cuidado que era tentar a la suerte, que igual mi hija salía con síndrome down como tú. Me revolví como una fiera, lo reconozco, dispuesta a ser tajante y mordaz pero de repente vi tu carita, me serené y le dije con todo mi corazón: "ojalá mi hija sea tan maravillosa como lo es él".
A Víctor, por la luz que puso en mi vida.
Ufff, que estoy en el trabajo y hasta me han preguntado que me pasa.
ResponderEliminarTodos los que hemos tenido cerca a estas personas "diferentes" sabemos cuanto nos dan ellos a nosotros.
.... Y cuanta grandeza hay en esta frase de miamiga ""ojalá mi hija sea tan maravillosa como lo es él".
Jérôme Lejeune descubridor síndrome Down está en proceso d beatificación por defender la vida, amigo de Juan Pablo II, aquí está su oración :
ResponderEliminarwww.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=22000
Son personas adorables Rocío, eso solo lo pueden saber los que los han tratado de cerca.
ResponderEliminarConocí a mi amiga Raquel con cuatro o cinco añitos, ya tiene 39, (la edad de mi hija) y la adoro. Su madre dice que es el mejor regalo que le ha dado Dios, porque cuando su hija menor ya vive independiente en Madrid, donde estudió, trabaja y vive, sabe que a ella siempre la tendrá a su lado y le da la vida por lo cariñosa que es.
Muy tierno niña, besitos de mi parte para Víctor...
Sobra un "vive" ;)
EliminarEres sensacional.
ResponderEliminarCómo no amar un texto con tanta bondad. Ellos, inocentes, merecen ese cariño que tan bien sabes dar.
ResponderEliminarEs el cuarto que leo, y de emoción, sin duda el mejor.
Un saludo