El seis de marzo hará dos años que un poco a ciegas se abrió esta casa, estas Gotas que en el fondo son otra manera acuosa de Rocío.
Al principio solo fue una lluvia intermitente e inconstante, un chispeo de entradas porque las circunstancias no daban para que pudiera sentarme, mirar la pantalla y dejarme llevar. Mis ratos de escritura, por entonces, se daban de tarde en tarde y pese a disfrutar, como desde niña, al plasmar historias inventadas o con parte de mi, no conseguía encontrar el momento.
Tengo que reconocer que no hace demasiado tiempo me propuse ser más constante, es un poco extraño exigirse constancia para una placer, pero escribir al principio es como ir al gimnasio o salir a correr, cuesta, se hace un poco difícil hacer un hueco en la rutina diaria, concentrarse, pero pronto se entra en el hábito de juntar letras, sin ese momento, el día ya no es tan redondo.
Mis gotas han pasado a lluvia avisada por la meteorología. A veces puede que sean un poco de niebla y otras agua "a mantas", pero intento que no falten porque en el fondo este tipo de agua me da vida. Hasta incluso puede que no escriba y es señal de que es un día de sol.
Madrugo para tener listas muchas de mis tareas antes de escribir o para escribir y luego tener tiempo para mis obligaciones. Es cierto que el despertador a veces recibe más improperios de la cuenta pero un café más tarde estoy deseando llegar aquí Lo primero suelen ser las Gotas.
Esta es la entrada número 200 no es difícil conseguirlo escribiendo casi todos los días, pero teniendo en cuenta mis dificultades anteriores me hace muy feliz y sobre todo vuelvo a aprovechar para daros las gracias a todos los que pasáis por aquí, leéis y hasta comentáis. Sin vosotros no es igual.
Y aunque seguramente lo haga más tarde y quizás haya días de sol dentro de estas Pascuas, os deseo una muy Feliz Navidad.
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