Puede que no sea el día de mirar atrás, aun queda una semana para hacer balance del año y en función del dolor de cabeza y las horas que se hayan dormido se conseguirá pensar mejor o simplemente sobrevivir. Llueve fuera y la noche ha sido de aullido de viento, un grito constante como de auxilio y lágrimas de lluvia. Parecía que la climatología se ponía de luto o se reivindicaba como fuerza de la naturaleza contraria a la fecha.
Las noches de Nochebuena -y espero que perdonen la redundancia- se convierten en un cúmulo de emociones difícil de digerir, tanto como la copiosa cena. De la euforia al sentimiento de ausencia, de la alegría a la emoción del recuerdo y hasta, en según que mesas, alguna que otra bronca política o familiar que también es esencia navideña.
Puede ser que algunos llegaran tarde de trabajar y a penas les diera tiempo a cambiarse los zapatos, otros vieron por fin su esfuerzo culinario recompensado y quizás otros hicieron de tripas corazón solo por contentar a los más pequeños...o a los mas mayores. Incluso hay casos de hogares en los que llega Papa Noel (Gordo amarrete...Mafaldismo)
Mientras ollas con caldos que salvan la vida están en el fuego, -o en la placa de inducción que también hemos perdido mucho el calor de hogar al respecto-, cuando aún queda alguna fuente por fregar y las copas ni siquiera han vuelto al armario, ya se empieza a pedir a los mas pequeños que vayan poniendo la mesa; es ahora cuando me acuerdo de los que hoy están lejos de los suyos, los que les toca trabajar -y aún así bendicen la suerte de ese puesto de trabajo-, los que esta noche han estado en un albergue, los que intentaron sonreírles a los suyos pese a estar ingresados en el hospital, los que no tuvieron un Feliz Navidad...
Lo cierto es que me pregunto por qué nos quejamos tanto y no somos capaces de asumir que la familia es una entidad social que nos toca, no la elegimos como ocurre con los amigos y dentro de ésta habrá quien nos caiga mejor o peor, con quien seamos afines o incompatibles, son pocos días al año y el esfuerzo nos parece titánico. Aunque creo que la realidad es distinta, y que por esa invisible unión que da el sentimiento de cariño, a veces aprendido, en el fondo acudimos todos a la llamada con un buen sentimiento y hasta agrado, y en el fondo, con mayor o menor fortuna, somos felices en la Nochebuena.
Y si anoche no lo consiguieron del todo creo que es buen momento para darle una oportunidad al día de Navidad de hoy...
Yo prefiero el día de Navidad, el día hace ver las cosas de otro modo, disfruta preciosa.
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