lunes, 30 de diciembre de 2013

DESAHOGO

Me he pasado media vida oyendo, respondiendo, aconsejando, consolando, animando, sonriendo, apoyando, queriendo, dando...y no me pesa. Ya conté alguna vez que siempre he sido "la oreja del mundo", alguien que oye, no juzga, comprende y si hace falta -y así me lo piden- da ideas para salir de la espiral en la que se ha metido la persona que se confiesa conmigo.
No soy mejor que nadie, ni más santidades me acompañan que la empatía y cierta frustración de no poder hacer más. Odio que la gente sufra. Cada uno tenemos el umbral del dolor más alto o más bajo y lo que para unos no es más que una tontada para otros es un drama de tamaño extraordinario. Cada persona es un mundo y a la hora de sufrir, también.
Me gusta estar, bueno...incierto, me creo en el deber de estar cuando alguien manda señales de agobio, de angustia ante algún problema...Quizás me equivoque y sea el individuo el que debe hacer frente a sus problemas de manera autónoma, pero es que a mi me gustaría que si yo me veo en esa situación fuera así, que cuando tengo un problema, cuando pienso que no puedo más, una persona me pregunte qué puñetas me pasa y en qué puede ayudar. O me escuche.
Y en los últimos tres años he necesitado tres veces, sólo tres, el apoyo de alguien. Suelo ser llorona, muy llorona, pero mientras lloro aprieto los dientes y aguanto el tirón de lo que venga. Prefiero aguantar sola y no hacer mucho ruido. Reconozco, sin embargo, que en esas tres ocasiones sí que miré a mi alrededor a ver quién estaba y fue desolador saber quién me quedaba.
Nadie está obligado a estar conocer tus problemas, es más, nadie tiene por qué estar pendiente de lo que sientas o te suceda, pero acostumbrada a mirar por los demás, cuesta entender que nadie en momentos sonados no mire a donde te encuentras y te pregunte cómo estás.
Las tres ocasiones de las que hablo tuvieron mucha repercusión entre amigos y conocidos, sobre todo las dos últimas que lamentablemente han sido muy seguidas, y han sido hasta noticia nacional.  Lo digo porque yo sola me he dicho a mí misma que a lo mejor no se habían enterado, pero francamente, una cosa es no autocompadecerse y otra autoengañarse. Aún así, menos mal que no pasé lista porque me hubiera sentido bastante sola.
En la última, tan reciente, sólo tres personas se dirigieron a mi, personas que prácticamente no me conocen y a duras penas han cruzado doscientos ochenta caracteres conmigo, y de las dos a las que le dije que estaba jodida, sólo me respondió una...la otra... al día siguiente. Es obvio que hablo de amigos y conocidos, el que nunca falla, el que siempre está, aquí sigue intentando que sonría.
Sé que no voy a cambiar y voy a seguir dando la cara por los demás, sé que seguiré siendo exactamente igual porque no puedo ser de otra manera. Seré la de siempre hasta con las mismas personas que no estuvieron cuando me hizo falta, mi RH es el de las poco rencorosas y bastante tontas. Quizás la moraleja sea que no debo esperar nada de nadie, que es algo que más o menos tenía claro, ahora además sé que ni haciendo señales, quemándome a lo bonzo, o con los famosos cañones con las que las gaditanas se hacían tirabuzones...tendría respuesta.

5 comentarios:

  1. Aunque no te sirva de nada siento no haber estado a la altura, perdona de verdad

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  2. También siento ser tan patéticamente débil de no haberte podido ayudar por mis tonterías. Pero vive Dios que os debo un gran regalo. Y eso que os debo os lo tengo que entregar, o muero. Te admiro profundamente. Gracias por ser un ángel terreno.

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  3. Valora, valora todo todo todo al que siempre intenta que sonrías. N. T. J.

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  4. Es imposible saber el estado de una persona en el mundo virtual, a menos que se comunique en privado o por tlf.. Si lo has hecho y no has obtenido respuesta es para sentirse solo y herido pero si no, como saber de los malos momentos anímicos de los demás??
    Si te sirvo tienes mi tlf., úsalo y me encontrarás siempre!!

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