Hace poco más de una semana me contaron una historia, un "basado en hechos reales", aquí no hay literatura que valga, ni florituras para mover conciencias, no pienso tirar de demagogia ni tampoco de victimismo, es algo que pasó y que debería hacernos pensar.
Ese algo sucedió en un Cáritas Parroquial andaluz pero podía haber sido en Cataluña o en Burgos porque aunque hay diferencias en las cifras del paro y de poder adquisitivo, en la individualidad de una persona que sufre no hay diferencias sustanciales. Cáritas, como decía, es ese sitio dentro de un barrio, en este caso al ser parroquial dentro de una Iglesia, donde personas que no cobran (a veces les cuesta el dinero) utilizan su tiempo y sus energías en recoger y repartir lo que distintas organizaciones y particulares les dan: alimentos, ropa, vales para pagar bombonas de butano, recibos de la luz ya pagados, ayuda para comprar gafas para niños, medicinas para enfermos...y siempre falta, cada vez son más las familias que se acercan a pedir ayuda y aunque la generosidad ciudadana va en aumento, las grandes ayudas (Unión Europea, por poner un ejemplo) cada vez menguan más.
Esta semana en el colegio de mi hija se recogen alimentos y como en el de ella en casi todos los centros escolares e incluso laborales comienzan la recogida de la "Campaña de Navidad". Y es por esto que nace esta historia, la de una madre que haciendo saber a sus hijos que las cosas no van bien y que están pasando un bache (con perfil de socavón) no les dice que coge el carro de la compra y se acerca a Cáritas el día de reparto, la semana que le toca ir que le avisan que es su turno.
Cuando a esta madre le dieron sus alimentos musitó que el arroz que le daban lo llevaría su hijo a la "Campaña de Navidad" y así estamos, en el colmo de la desdicha, esta mujer enseña a sus hijos a ser solidarios quitándose lo que necesita y no sólo eso, esta heroína además intenta que sus hijos no conozcan del todo la tragedia familiar para preservarlos y hacerlos felices. Para que sigan siendo niños y no adultos bajitos condenados a sufrir las dificultades diarias.
Con algo parecido y un "Buenos días princesa" se hizo una película, pero ya no es cine, ahora es de verdad y en nuestro país. Y si es cierto que le dieron otro paquete de arroz para que dentro de unos días vuelva a los escuetos almacenes no hay que olvidar que en estas tragedias hay niños que custodiar y defender, y también adultos valientes.
Colaborad por favor y no olvidéis que el mes que viene los Reyes tienen que volver a ser Magos.
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