Son unas fechas de luz, de amor y de paz; que decían los villancicos. Una constante celebración de alumbrados, buenos deseos, exaltación de la amistad y ganas de vivir en un mundo mejor. Aumenta la solidaridad y el ácido úrico.
Pese a las comidas de empresa, reuniones de amigos, saludos con el vecindario y colas en centros comerciales rodeados de extraños, la Navidad es una fiesta familiar.
Cuando se es niño no hay grandes preguntas más allá de ¿puedo comerme esto? ¿cuándo vienen los Reyes? y con suerte ¿podemos ir al cine? Porque en mi Navidad había que ir a cine. Por aquellos remotos años ochenta, las películas para niños solían estar en cartelera en Navidad. Yo aún recuerdo que pararan el film para la merienda...que por supuesto llevaban perfectamente preparadas nuestra madres.
Conforme se va creciendo cambia la actitud y además de ser una fiesta familiar se pretende salir con los amigos, incluso el 31 a alguna fiesta después de las uvas, salir todos los días y hasta hacer compras de manera independiente, incluido el regalito a ese que tanto nos gustaba, que nos pidió salir, y del que nos soltábamos de la mano inmediatamente si se acercaba algún conocido. ¡Qué dulce aquella primera Navidad con "novio"!
Pero empiezan a faltar personas conforme avanzan los años, la mesa va adelantando puestos y hay huecos que se hacen más patentes que nunca. Y entonces se convierten por excelencia en las fechas de "echar de menos". Faltan todo el año, pero en este instante duele más. El plato típico familiar sigue sabiendo exactamente igual pero faltan comensales. Y se nota. Supongo que es el momento en el que se empieza a odiar a la Navidad, en el que ya no saben los días a vacaciones escolares, al cine puedes ir en cualquier otro momento del año y la cabalgata de Reyes solo es un incordio en el trafico de los coches.
El único refugio son las nuevas generaciones, si las hay, van llegando hijos, sobrinos, nietos y entonces todo el mundo se esfuerza de nuevo y en su ilusión va aparejada la nuestra y sin ser empalagosa ni dulce, esta fiesta se convierte en parte de lo que fue en nuestra infancia. Se respetan tradiciones, se cumplen ritos y te miras al espejo y de repente te falta la sombra de alguien a tu espalda pero notas su abrazo dándote ánimos y te das cuenta que ahora eres el adulto que tiene en la mano el interruptor que hace brillar la Navidad.
Feliz Navidad.
Feliz Navidad para vosotros también, mi padre como ya sabes falleció un 10 de diciembre, quién tiene fuerza para celebrar una Navidad, pero aún así lo hicimos, no celebramos nada más que el nacimiento de Jesús, por no estábamos para celebraciones. Cada año ha sido peor, cuando falta el pilar más grande, la estructura se derrumba, mi madre sin ilusión de nada y el resto ha dejarse llevar, paso los días como mejor puedo, pero me cuesta hasta sonreír que es lo que mejor hago, en fin sigamos celebrando el nacimiento de Jesús. Amén.
ResponderEliminarAhora comprenderás por qué no soporto la Navidad Rocío, si a tu edad hablas de ausencias imagínate a la mía. Mi mesa de veintitantos comensales está vacía...:(
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