jueves, 3 de abril de 2014

ZAPATILLAS CON LUCES

Cuando despierto, mi horizonte son puntos de luz que uno de manera distraída en mi imaginación, lo hago, buscando dibujar un sueño. Puede que sea porque aún me faltan horas de sueño, o porque la mente inquieta no quiere volverse a quedar suspendida en mis ojos cerrados.
Si las constelaciones son la unión de las estrellas que cuelgan luminosas en el nocturno cielo, las luces de mi alrededor -bajas y brillantes- pueden ser mi urbana guía en el mar de asfalto. O una ruta que seguir.
Amanece a la izquierda de mi taza de café, y mientras lo dejo enfriar al calor helado de mis manos, la intensidad de las luces varía, y hasta los colores, algunas son más blanquecinas y otras de un amarillo animal. Otras parpadean como un faro, no sé a que se debe. La oruga de luz podría ser parte del sky line de Nueva York, faros de automovil en la línea de salida, esperando una populosa carrera ilegal de coches, o pequeñas lámparas de mesa en una inmensa boîte y yo, en el escenario, con un largo vestido azul petróleo, esperando que me den paso para comenzar a cantar. También pudieran ser luminarias señales al otro lado de una bahía o un gigantesco crucero que se acerca a atracar.
Decido que mi alma lleva tacones porque es imposible imaginar algo tan bello y glamuroso calzada con zapatillas de casa. El pijama puede aceptarse, sobre todo dependiendo del modelo, pero las zapatillas, las que sean, jamás podrán ser elegantes. Y eso incluye las de piel y tacón con pompón de plumas. Hasta conjuntadas con una elegante negligee.
Será, aventuro con cierta osadía, que la feminidad es más cuestión de calzado y la imaginación, avispada según el entrenamiento que se le dé, decide el modelo que llevamos puesto en ese momento.
Se acaba el café y las luces se van apagando dejando paso a la claridad, hoy no hay sol. Quizás se atreva más adelante. Necesito que sea capaz de apartar las nubes a manotazos. Es el momento de dejar de imaginar y volver a la rutina de la vida terrenal. O quizás lleguen esas horas en las que mientras el tedio se instala, dejar volar la mente, nos salva. Miro con cierto desagrado a mis zapatillas azules.
Definitivamente hoy, me calzo unos tacones.

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