lunes, 21 de abril de 2014

HOME SWEET HOME

Volver a casa es abrir las ventanas y evitar encender las luces. Es sentir la mullida sensación de que todo está como debe, y ni las maletas por medio pueden romper el orden íntimo que dan las cosas cotidianas. No es que yo sea de esas personas que dicen que como en casa en ningún sitio, no, porque disfruto mucho de salir de la rutina, cambiar el aire que se respira es siempre para mejor. Pero volver hace que el cosmos se alineé y pese a las lavadoras por poner, en el fondo sonrío.
Llegar a la rutina puede dar un escalofrío de placer o de pavor, según el tiempo de descanso, yo reconozco que he sentido pavor al sonar el despertador, incrédula y taquicárdica a duras penas me he ubicado y he conseguido unir un pensamiento, las neuronas perezosas han logrado de mí la acción de poner los pies en el suelo. Estaba frío. Los párpados se me han desplegado con tal fuerza que creo que se han dado la vuelta un par de veces.
No hay duda de que he contado los diez días que quedan para el siguiente festivo y le he explicado a las niñas que en dos meses justos tendremos por fin las vacaciones de verano, y la playa que estos días se tiñó de gris cuando podíamos ir, y de sol cuando los compromisos nos lo impedían, serán un lujo diario. Y ante la espera pronto llegarán los días de la piscina. Llegarán si las nubes se van. Cerré la puerta de mi casa en un día de primavera que coqueteaba con el verano y al volver es otoño profundo. Un otoño de rayos, truenos y centellas, como en los tebeos.
Pero aunque la lluvia haga por ponerme de malas con el universo, queda la sensación de felicidad en el paladar, de haber pasado unos días intensos y especiales. Días de familia, celebración y amigos. De reír mucho y olvidar la dieta -hasta esta mañana-. Momentos irrepetibles. Así empezar de nuevo es más fácil, se tienen más ganas y un cansancio físico que estimula el mental.
Así que ya estoy de vuelta, con las maletas deshechas y las ganas de seguir. Si algún día faltan las gotas, no me lo tengáis en cuenta. Que aunque no las escriba, las estoy pensando.


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