La globalización ha traído de la mano un cúmulo de novedades antes impensables. Cuando yo estaba convencida de que era capaz y de que sin ser una número uno era alguien con una cultura y unas posibilidades reales de futuro, llega Internet, las redes sociales y me enseñan lo abajo que estoy en el escalafón.
Hay un universo de gente preparadísima con una cultura casi obscena y una manera de escribir y de entender la vida que sólo puede darme envidia, de la buena...con trazas de la mala malísima, pero de la que también aprendo mucho y a diario y con la que incluso en ocasiones tengo el privilegio de debatir. O compartir, que no siempre hay que ser la nota discordante.
Es cierto que por debajo de mí, en ese presunto y abstracto escalafón hay mucha gente, cultural y laboralmente hablando, que no quiero decir que en esta vida haya personas de primera y de segunda división, está claro que por el hecho de ser humano, respirar y tener derechos y obligaciones civiles, todos somos iguales - y no, no pienso añadir ante la ley-.
Podría poner por ejemplo el caso de Belén Esteban y su libro, aunque ella no lo haya escrito, ¿estaría por debajo de mí culturalmente? Quizás, pero lo que es seguro es que laboralmente es una triunfadora y eso no puede negarlo nadie. Las colas de personas ateridas de frío buscando un ejemplar con su firma me confirman que es un éxito editorial seguro y que a lo mejor somos unos pocos los que estamos equivocados.
La manera de entender la cultura, los éxitos y los fracasos, la efímera popularidad, la simbiosis con un personaje, el número de ejemplares vendidos, la calidad de la conversación, la elección del tipo de ocio...¡hay tantas variables hoy en día que todos tenemos todo al alcance de la mano...!¿Es lo bueno rentable? ¿Cuándo algo se convierte en éxito ya se convierte en calidad? ¿Son las cifras de ventas o el contenido lo que hace a un libro imprescindible? ¿Quién determina qué es la calidad literaria? ¿Cuánto vende un personaje en comparación con un escritor?
La cuestión es que al final estamos entrando en las dos Españas, en esto también, pese a que haya hoy una educación universal y gratuita, se está dividiendo la sociedad en personas muy preparadas y una amplia mayoría, según audiencias y ventas, que disfrutan de una opción cultural absolutamente contrapuesta a lo anterior. Algunos habrá que pertenezcan a los dos y sean la intersección de esos dos grupos pero me parece que son pocos.
Sabiendo que soy del furgón de cola de los no televisivos prefiero leer una discusión arquitectónica, política, literaria o religiosa, disfrutar de quien le apasiona el románico o el cine negro, de quien conoce la historia norteamericana o la economía alemana, mucho antes de enfrascarme en los amoríos, hijos y pasiones guionizadas de unos pocos, y todo eso lo disfruto en la red, si, en la redes sociales, que es ese magnífico sitio donde puedes ser una pequeña aprendiz entre gente muy grande.
Xacto.
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