Aunque
suene a perogrullo, lo cierto es que lo que somos hoy es suma de lo
que hemos ido siendo en nuestros ayer. Ya sea una mala decisión o alguien
que nos hace daño, un día feliz o una mirada de cariño, una
película, un accidente, una caricia, un suspenso, un regalo y una
frase, una travesura...un beso y hasta esas cosas de las que no somos
plenamente conscientes pero que se quedaron ahí unidos a nuestra
idiosincrasia, forman parte
de lo que somos.
Quizás
la toma de decisiones sea la manera más clara de la encrucijada
vital, la forma explícita en la que notamos que estamos modificando
nuestro mañana y a veces, en la disyuntiva, nos equivocamos, en
mayor o menor grado, pero lo cierto es que casi todo puede ser
suceptible de rectificación y de una manera u otra, una equivocación
tiene posibilidad de convertirse en experiencia o meta a batir. No me gusta la idea de considerar la vida, como una lucha constante, es desprestigiar el regalo que es despertar todas las mañanas. Puede que se den días horribles, momentos dolorosos e incluso estemos tentados de desear la muerte en un arranque de desesperación, pero lo cierto es que el día a día debería entenderse como una oportunidad de disfrutar, de apasionarse con las pequeñas cosas y gozar sin pudor de las grandes. Y si tengo que considerarlo una batalla que sea siempre por conseguir lo que nos hace acercarnos paso a paso a nuestra idea de la felicidad. Esa idea tan subjetiva y a grandes rasgos, tan común.
En la película "Pretty Woman", -una de esas películas que si no guiaron mi vida o mis decisiones, seguro que marcaron mi adolescencia-, se ve al principio y se oye al final a un hombre diciendo... "Todo el mundo tiene un sueño, esto es Hollywood, la tierra de los sueños, ¿cuál es tu sueño?". Si alguien nos coge de las manos, nos mira a los ojos y nos pregunta "¿Cuál es tu sueño?" yo creo que no sería capaz de contestar, no tengo sólo un sueño, no podría soñar con un éxito profesional sin dejar de lado una recompensa como madre, no podría tener como única meta viajar allí donde tantas veces voy en el jet privado de mi imaginación, sin contar con que para eso los míos estuvieran bien. Soy consciente de que la maternidad y la vida en familia es todo y por eso he luchado y cambiado mis pasos en ocasiones, pero también hay un cajón de sueños laborales que siempre estará ahí, tres pasos por detrás, pendiente y esperando su momento. Seguramente lo ideal hubiera sido compaginarlo pero como no pudo ser no está mal la perspectiva de lograr que ese cajón se vacíe y se vuelva a llenar de proyectos nuevos.
No tengo un sueño, tengo muchos y en cada uno de ellos están basadas mis decisiones, mis ganas, mi alegría y a veces mis llantos, pero con lágrimas bien entendidas...
Mi hoy siempre baila a ritmo de mañana con la melodía de ayer.
Mi sueño de ser misionera o de cooperante siempre lo tengo ahí, pero tu lo has explicado siempre he antepuesto mi familia a ese deseo, o quizás es cobardía y me pongo escusas....
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