Nunca usaba medias de liga, o liguero, reconocía la belleza y podría comprender que para un encuentro especial formara parte de su atuendo, pero en su día a día tenía que reconocer que le suponían un engorro, una incomodidad amén de que se sentía insegura pensando que de un momento a otro se las encontraría en los tobillos, y seguro que en el momento más inoportuno.
Tampoco sabía ponerse las medias, panties, de pie, se sentaba siempre al filo de su cama, recordando como su abuela disponía de una pequeña calzadora en su dormitorio, y allí, además de ajustarse las medias - ella si usaba de liga-, se ponía sus zapatos.
Lo que si hacía, como un ritual más que una manía, era subirlas mucho...estirarlas bien, pegarlas como una segunda piel, como si pertenecieran elegantemente a su cuerpo; y es que recordaba la voz de su abuela: "las malas mujeres llevan las medias caídas". No es que lo pensara, pero siempre se acordaba de ella en ese momento.
La memoria emotiva, filosofaba, a fin de cuentas no está en los recuerdos materiales que atesoramos, no está en esa cajita donde está el primer par de zapatitos o los primeros pendientes. Quizás levemente está en las fotos, ese trozo de papel casi ya en desuso donde una sonrisa congelada en el tiempo evocaba un momento de un tiempo atrás. Pero al final, seguía razonando, los recuerdos de una vida son los que componen nuestros hábitos, los gestos aprendidos, las comidas repetidas, las letanías copiadas...ahí es donde están los momentos a rememorar, en lo intangible que nos despierta y nos trae al presente a una persona, a una circunstancia, a un todo.
Se incorporó a la vez que se enfundaba unos zapatos de tacón y cuando se miró en el espejo reconoció facciones heredadas, sonrió y suspiró, no sabía a que venía tanta filosofía matinal, debería preguntarse si le ocurría algo, pero decidió olvidarse de sí misma, no había tiempo y no era importante, seguramente sólo echaba terriblemente de menos a muchos, a todos, lo que formaron parte de su vida y habían hecho de ella quien era. Pero no, no era el momento ni de seguir filosofando ni de analizar sus teorías...aún había dos pequeños grandes recuerdos llenos de futuro a los que darles de desayunar.
Muy bonito Rocío, me ha encantado sobre todo por los recuerdos que has traído a mi mente cuando de niña veía a las mujeres de mi casa ponerse las medias de cristal con esa parsimonia, sin prisas, casi como un ritual y por supuesto con las uñas bien limadas para no engancharlas, luego la colocación de las ligas teniendo en cuenta antes que las costuras traseras estuvieran bien alineadas.
ResponderEliminarYo también usé las ligas aunque por poco tiempo ya que se empezaron a utilizar mas los ligueros, pero te aseguro que era de las prendas mas sensuales en la lencería femenina antes de que llegasen las actuales medias pantys.
Te felicito.
No lo suelo hacer todo lo que debía, gracias por pasar siempre por aquí y dejar tu comentario que son como flores en esta pequeña y etérea casa que es este rincón mío.
EliminarMuy bueno Rocío, bonita afición la de escribir
ResponderEliminarMe alegra muchisímo encontrarte en este rinconcito, que es un poco mi casa y mi alma. No esperes la calidad de tu amigo :)
EliminarGracias por venir.