Este es el mundo en el que una niña de ocho años, yemení, muere en su noche de bodas, por las heridas sufridas por la violación de su marido. Que por mucho que sea su marido, es violación.
Este es el mundo donde Malala sufre amenazas de muerte y casi muere por defender desde sus doce años, el derecho a que las niñas de su país vayan al colegio.
Este es el mundo donde se llevan a los niños a manifestaciones cruentas para mostrar al mundo como el contrario mata a los niños. Y donde los niños pueden ser niños refugiados y viven un horrible presente con un inexistente futuro.
Este es el mundo donde niños suben a motos a dejarse la vida en un circuito si hace falta, pero como da dinero no importa. O al fútbol, o la gimnasia rítmica, o el deporte que sea, mientras papá se frota las manos y negocia la ficha de su hijo.
Este es el mundo donde una niña o un niño pueden ser utilizados como reclamo publicitario, como actores, como estrella de la canción y la interpretación sin que luego importe sus problemas de adaptación y maduración y que se conviertan sin a penas excepciones, en lamentables juguetes rotos exhibiéndose por distintos escenarios en una loca carrera hacia delante.
Este es el mundo donde los hijos son utilizados como arma arrojadiza entre adultos que son sus padres y a la vez sus manipuladores.
Este es el mundo donde hay niños que se suicidan.
Y podría seguir, pero he escrito mucho sobre esto, porque me puede y me supera que los adultos dejen a los niños sin su infancia, en función del dinero en el primer mundo, y de creencias en el llamado tercer mundo. Si es que hay primeros y terceros.
Existe una Declaración de los Derechos de los Niños, de la protección a la Infancia que se ultraja continuadamente mientras nosotros, desviamos la mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario