Reconozco que no tenía favorito y que dije los Broncos de Denver como podía haber dicho los de Seattle, gracias a Dios no aposté ni un euro (ni un dólar) porque han perdido estrepitosamente. Pero me alegro por ellos mucho ya que es la primera vez que ganan ese maravilloso espectáculo que es la SuperBowl.
Me gusta más el rugby que el futbol americano, entre otras cuestiones porque no llevan tanto casco y tantas protecciones. Es más de verdad. Más hombres contra hombres, sin aditivos. Además reconozco una especial debilidad por el Haka de los All Blacks. La arenga, los movimientos, el orgullo, la tribu como primer paso pero no el único. Una regresión tan masculina que creo que habrá pocas mujeres a las que no les guste esa exhibición de testosterona. Que igual hay muchas que no les parece atractivo, sólo que yo no las conozco. Además la camiseta es preciosa.
Pero yo hablaba de la Super Bowl, ese gran evento en el que los estadounidenses se conjuran con unos y otros, llenan un inmenso estadio y baten records de audiencia televisiva. Ese gran programa deportivo en el que los anuncios publicitarios se pagan en lingotes de oro por segundo y los creativos echan el resto para dar la campanada y ser el spot más comentado y seguido.
Incluyendo el espectáculo que hay entre los dos tiempos en el que este año Bruno Mars ha estado bastante bien, por no decir brutal, y con los Red Hot Child Pepper dando unos momentos de puro show, tan a lo grande que aquí es imposible. Al menos así me lo parece a mí, pero esto es cuestión de gustos... Mención especial a que en medio de la actuación salga un video de sus tropas repartidas por el mundo y no hay más que emoción y agradecimiento, algo tan normal y a menudo tan difícil de entender en este mi país. No me imagino una actuación de Bisbal y Extremoduro con imágenes de los nuestros con mensajes para su familia.
Eso si, para mí lo mejor de la Super Bowl es el principio. El himno. El respeto por el himno y la bandera que tienen los estadounidenses es admirable y envidiable. Son una nación joven comparada con la vieja Europa y sin embargo llega un evento deportivo (o de otro calibre) y todos con orgullo y la mano en el pecho, destocados, cantan uno de los himnos más bonitos del mundo. Incluso sin ser de allí emociona por la solemnidad con la que todos en pie entonan sin complejos, sean creyentes del Dios que sea, incluso sin ser creyentes:
¡Oh así sea siempre, en lealtad defendamos
Nuestra tierra natal contra el torpe invasor!
A Dios quien nos dio paz, libertad y honor,
Nos mantuvo nación, con fervor bendigamos.
Nuestra causa es el bien, y por eso triunfamos.
Siempre fue nuestro lema "¡En Dios confiamos!"
Y en el fondo yo como ellos puedo entonar: in God we trust.
Un artículo perfectamente prescindible. Lástima de tu tiempo (y el mío, leyéndolo) perdido.
ResponderEliminarN. J.
puffff...
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