martes, 8 de abril de 2014

BELLEZA NATURAL

Laura se desperezaba al sol mientras pensaba que el día parecía no tener mal perfil. Había días que antes de poner el pie en el suelo tenía la sensación de que ya todo iba a ir mal, quizás fuera por no haber dormido bien o por tener la cabeza embotada de haber dormido demasiado. Cualquiera entendía lo que podía llegar a pensar su subconsciente...
Se miró de refilón mientras iba a preparar café y no se reconoció. Volvió a atrás y se fijó detalle por detalle si era la misma y no hubo nada que le pareciera distinto. "Cada vez estoy peor", se dijo. Sería, quizás, que el estado de ánimo le estaba haciendo cambiar el tono de la piel. Dicen que la alegría se nota desde los ojos hasta en el brillo de la epidermis. Quizá fuera eso.
Es verdad que se sentía lo más parecido a feliz. Hasta lo que no marchaba bien, que había demasiadas cosas, le parecían solucionables y hasta posibles. Era un momento de su vida en el que no tenía un sueño que su mente no pensara que podía lograr. Su optimismo era tan exuberante que debería plantearse en que punto dejó de ser quien antes era. Igual esa era la razón por la que no se había reconocido en el espejo.
Muchas veces, entre amigas, copas y risas, habían comentado que el amor es el mejor tratamiento de belleza, el más eficaz y el más barato, y que si una relación iba bien en todos los sentidos, se reflejaba en la cara. Dependiendo de las copas eran más o menos explícitas, aunque tampoco necesitaban muchas para hablar sin tapujos.
Ella estaba ilusionada, expectante, no quería lanzar las campanas al vuelo con que era algo casi perfecto, porque sabía que era precipitado, pero su íntimo sentimiento volaba ya lejos. Decía su abuela que había dos cosas que no se podían ocultar, el amor y un embarazo. Siempre le hizo gracia esa frase y seguro que no era suya, pero le gustaba cuando se lo decía porque era la persona que mejor leía sus estados de enamoramiento febril. Seguramente ahora le diría que estaba enamorada y ella lo negaría. Cuánto la echaba de menos.
Pero sí, era algo parecido al amor. Sus trabajos eran estresantes y absorbentes y cuando sacaban tiempo para estar juntos, lo disfrutaban el doble. Sus vidas estaban hechas de forma individual, pero empezaban a encajarlas, despacio y sin forzar. Poco a poco y sin verbalizar lo que estaba ocurriendo. Y eso lo hacía más mágico aún.
Al pasar a la ducha recogiéndose el pelo, con los brazos en alto en la desnudez, se observó, ahora sí se reconocía, se iba acostumbrando a su nueva piel. Era la belleza natural del amor.


 

2 comentarios:

  1. Preciosas Gotas Rocío
    Un saludo
    Fer

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  2. Una vez leyendo a Paulo Goelho, me llamo la atención una frase que decía "Todo está permitido, menos interrumpir una manifestación de amor. Bonito e interesante relato @escafin.

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