domingo, 2 de marzo de 2014

INMOVILISMO

No me creo a las personas de sentimientos fijos. De ideas inamovibles. De gustos apuntalados. Lo siento. Me resultan personas falsas. Es opinión personal, como todo lo que escribo aquí.
No puedo creer que siempre se esté en un estado de excitación y felicidad constante, es imposible estar siempre de un buen rollo exultante, siempre riendo y bromeando, porque la vida tiene esquinitas donde te encuentras la desolación, el miedo o la angustia. Propia y ajena, que tampoco comprendo a quien su dolor es más dolor que el de los demás, y cuando alguien tiene algún problema, huye despavorido. Ni quien sólo te busca para las penas o por aburrimiento, pero ese es otro tema del que creo que he hablado más veces.
De la misma manera que no acepto que haya alguien que siempre esté con la pena encima. Por mal que estén las cosas, por difíciles, siempre hay algo que nos hace sonreír: un libro, una imagen, un recuerdo, una caricia o un estofado con verduras. Las personas que no disfrutan con las pequeñas cosas, nunca serán felices. Tendrán todo o nada, pero si no son capaces de ver la belleza lo mínimo, estarán en el absurdo más enorme. Y además, me resultará impostado. Si hay sonrisas entre los campos de refugiados, en la miseria más absoluta un niño juega, entonces, es imposible que alguien (y menos en el primer mundo, qué injusto que haya ranking de mundos), esté siempre acarreando dramas.
También me cuesta creer en el inmovilismo emocional, las personas que me transmiten o me venden lo contario, me resultan especialmente hipócritas. No es que le de más importancia de la que tiene, que es poca o ninguna, pero sí es cierto que me las voy encontrando a lo largo de mi vida y no dejo de sorprenderme.
Mi hija mayor, -que come como si ella sola fuera una familia numerosa, pero que gracias a Dios no ocupa el mismo espacio porque está muy delgadita-, dice que las personas que no cenan, no son de fiar. Le cuesta entender que alguien se vaya a la cama sin comer antes algo, y yo que lo hago muchas veces, debo ser de esa categoría para ella. Lo comprendo y acepto con una sonrisa y un vaso de agua para que ya sea "algo" -y entonces ella me dice que eso no es una cena larga-. De la misma manera a mí, me resultan poco fiables las que no aceptan las ideas ajenas, las que además intentan buscar la manera de implantar las suyas, y si encima, me dicen que es por mi bien, o que en realidad son muy tolerantes, ya no solo me parecen poco de fiar, es que además me enfadan un poco, bastante. Tengo mis ideas, mi manera de pensar, mi religión, mis gustos, pero no puedo ir avasallando con ellos porque por encima de todo, creo en la libertad de las personas. Quiero lo mismo para mí.
Tampoco me gustan las personas que dicen que "NO" a todo, a una comida nueva, a una experiencia diferente, a alguna locura imprevista, a enfrentarse a una mala noticia. Que también están los de "yo es que a los hospitales no voy" "es que a mí no me gusta dar el pésame" "yo es que nunca he ido a eso y no quiero cambiar".
Comprendo que hay líneas rojas, ideas propias que no tienen que ser modificadas por nada ni por nadie, ni siempre hay que adaptarse a los demás. Pero ni la intolerancia, el inmovilismo, o la hipocresía no las considero buenas etiquetas de las que presumir, y aún menos de las que gozar.
Por supuesto, y basándome en todo lo anterior, soy capaz de aceptar ideas en contra a lo que expongo, e incluso me puedo convencer de todo lo contrario con argumentos adecuados. Que de eso se trata.

3 comentarios:

  1. Querida Rocío.
    Me muevo desde tierras vascas ya casi entrando en Castilla camino del Sur. Leyendo tu entrada de hoy caigo en cuenta que mi inmovilismo reside en el tiempo y no en el espacio.
    Tengo 44 años, quisiera tener 24 y me quede mentalmente en los 10. Una vez despejada la X de lo que quisieras tener. Veo que sigo anclado en una fecha, 1980.
    Mis enemigos y los que se llaman mis amigos me dicen que debo moverme. Pero yo todas las mañanas miro con la esperanza de que él regrese, esta mañana tampoco estaba.
    Camino del sur, veo como tengo 44 años y me quedé paralizado en una fecha. Elijo seguir esperando, pese a que sé que esta mañana no ha regresado ni mañana tampoco mi padre regresará.
    Un beso, camino del Sur.
    F.
    ¿Me llevas?

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  2. La primera parte de tu post no la comparto, Rocío. La depresión existe, es real, y hay personas que se meten en un bucle del que no pueden salir sin ayudas, y a veces ni eso. En el polo opuesto, hay gente enferma de frivolidad, que se ríe por todo y de todo, irresponsables incapaces de tomarse nada en serio y que terminan demostrando su incapacidad para la compasión.

    Sin embargo, la segunda parte del post la rubrico con todas las palabras.

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    1. No estoy hablando de personas enfermas, igual que no estoy hablando de casos extremos. No creo que debamos caer siempre en el extremo menos común. Hay depresiones, sí, pero eso es enfermedad. Cuando hablamos de lo bello que es un atardecer no nos viene a la cabeza la persona ciega que se lo pierde. Es demasiado puntualizar, creo. Hay personas que se venden como dramáticas, otras como festivaleras, y no me lo puedo creer...Creo que es postureo, por decirlo con una sola palabra.

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