lunes, 18 de noviembre de 2013

#SiALaVida


Cuando cursaba COU en el colegio ni uniendo las dos clases, letras y ciencias, éramos cincuenta en total. No éramos muchas alumnas. Mi colegio era femenino y religioso, y la verdad es que no tengo ningún trauma. La Biblioteca del centro a penas tenía por aquel entonces libros, y lo usábamos como salón de actos, de reuniones o de sala de exámenes cuando hacía falta. Tenía esas sillas con brazo para escribir, siempre me tocaba sentarme en la que era para los zurdos siendo yo diestra. No fallaba.
La verdad es que hace tanto que dejé el colegio, veinte años ya, que supongo que todo será distinto, pero entonces, en el curso 92-93, además de ver la Exposición Universal de Sevilla pocos días antes de cerrarla, hacer un viaje de fin de curso a Zaragoza, Pamplona y Huesca, e irnos días antes de Selectividad de gira por Sevilla, Huelva y El Rocío para ver al Papa Juan Pablo II, me gradué y abandoné el centro en el que había estado once años. Además de todo eso, decidieron las profesoras y el consejo directivo del centro, darnos dos charlas. Estábamos acostumbradas porque a veces nos llamaban pero esta vez nos decían que eran para prepararnos a la vida fuera, consideraban que habíamos estado muy protegidas allí...puede que fuera verdad, lo que ocurría es que cuando daban las cinco de la tarde, ya no nos protegían y sabíamos defendernos todas en "el mundo" bastante bien. Ahora, con la perspectiva que dan los años, creo que la idea era positiva, entrañable y hasta buena.
La primera de la charla la dio la directora fue algo lamentable, retrógrado y anticuado, jamás habíamos pasado por algo así, las profesoras más jóvenes estaban avergonzadas y no sabían como suavizar el sonrojo sin quitarle autoridad, recuerdo a mi profesora de filosofía, una gran persona, intentado hacernos ver que lo habíamos entendido todo al revés y que en realidad nos estaban diciendo lo contrario. Ni ella misma se lo creía.
La otra charla fue una pequeña introducción de un médico y luego una película. Yo no terminé de verla, salí llorando, otras vomitaban, y por supuesto nadie quedó impasible. El título no lo recuerdo, pero si la imagen de un bebé, de 15 semanas, de gestación en el cuerpo de su madre, huía de quien quería acabar con su vida, lloraba, y sin embargo no pudo sobrevivir. Lo habían matado, luego se veían unos pies pequeñitos en un cubo de basura. Hasta ahí vi.
Nadie protestó, ni alumnas ni padres, por que nos pusieran ese vídeo. Creo que entonces nadie estaba favor del aborto, pero después de ver o intentar ver el vídeo, lo fuimos menos, y también creo que a ninguna se nos ha olvidado.
Después he visto algún que otro reportaje por una extraña responsabilidad moral que creo que tengo y he llegado a llorar a gritos en mi salón, sudando y con las pulsaciones desequilibradas viendo como uno tras o otro iban matando a esos bebés, los que deberían dejarse la vida en salvarlos. Niños del mismo tiempo de gestación en el que otras veces, cuando esas mujeres  -que consideran que tienen el poder de la vida y la muerte-, no acaban con sus vidas, enseñan en ecografías a sus amigos y familiares, orgullosas de la imagen de su hijo.
No hay peor dolor para mí que el que sufre un niño, un bebé, un gestante. Da igual si es por maltrato, por una catástrofe natural, o un aborto. Me da lo mismo que sea Ruth, José, las niñas filipinas que lloran en silencio, o alguno de los cientos de abortos que hay en España, en el mundo.
Nunca deberían de sufrir, jamás. Menos aún  morir. Y si es dura la muerte de un niño, aún peor por una mano inducida por su madre, la de un médico que debería salvarlo, sanarlo y curarlo. Y espero que esas mujeres que juegan a ser dioses, lo piensen y no lo hagan, ellos no tienen la culpa. A lo mejor les hace falta que alguien les ponga ese vídeo....

1 comentario:

  1. Ya sabes como coincidimos en este, para nosotras, doloroso tema, que pena miamiga.

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