lunes, 12 de marzo de 2012

TORMENTAS SENTIMENTALES

En esta primavera el visillo del salón engorda como una gestante de mellizos al final de su embarazo y vuelve a quedarse delgada y firme como una elegante gimnasta de las que hacen volar las mazas y las recogen con los pies.

Es un movimiento suave, una brisa, no tiene ni categoría de viento...es aleatrorio, no tiene la cadencia de las olas al llegar a la arena. Alguien diría que es una brisa anárquica, que no se ajusta a ningún tipo de corsé victoriano.

Recuerdo otros vientos, esos que se oían en el patio interior de mi casa, en invierno, como si un grupo operístico de fantasmas intentara atravesar las ventanas, un sonido atronador y de película de miedo que sólo se consigue en esos patios, a pie del Estrecho. Nunca me asustaron, supongo que cuando creces escuchándolo acabas incorporando a tu normalidad que los fantasmas se pasean las tardes de invierno...sin plantearte dónde pasan el verano.

A veces iba acompañado de una lluvia fuerte que golpeaba los cristales y en ocasiones había tanto viento que las gotas no llegaban todas al suelo. Volaban paraguas.

Eran esos días en los que la merienda tenía sabor a cena porque la osuridad cerraba la tarde y se encendía la luz desde el medio día. En mi casa, la lámpara del cuarto de estar se encendía cuando mi abuelo se despertaba de la siesta en su mecedora, y a veces, si no había nadie cerca, no se levantaba y lo encontabas despierto en la penumbra y siempre la misma pregunta: ¿En qué piensas Belo? y siempre la misma respuesta: Profundamente en nada.

Yo me iba a mi cuarto, me sentaba en mi cama, con el uniforme doblado para el día siguiente si había colegio, o con algún libro a medio leer si era fin de semana, y pensaba cosas enormemente trágicas, historias lacrimógenas llenas de fantasías incumplibles y futuros diferentes y distintos para mi y los que estaban a mi alrededor....y ahora, mirando mi visillo reprimo a duras penas las lágrimas por los que no están, esa casa, mis recuerdos ... y la brisa me parece la caricia de mi Belo justo antes de levantarse de la mecedora, para irse a Misa.


3 comentarios:

  1. Tengo miedo del encuentro
    con el pasado que vuelve
    a enfrentarse con mi vida.
    Tengo miedo de las noches
    que, pobladas de recuerdos,
    encadenen mi soñar.
    Pero el viajero que huye,
    tarde o temprano detiene su andar.

    N. J. :)

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  2. Cuando lo leí la primera vez me impresionó y vuelvo a sentir lo mismo, me trae recuerdos también de alguien muy querido y a quien tú dices que te pareces…..

    Después de las cosas que me has contado y esto es que te veo, Manojito, chiquitita con tus sueños, tu uniforme, tu Belo........ ay, los sueños y los abuelos-padres....

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    1. Que ternura despiertan los recuerdos de los que se han ido para siempre.Creo que se les quiere mas cuando ya no están y eso es porque no somos conscientes de que la muerte llega y nos los roban.
      Triste pero hermoso,se aguan los ojos al leerlo.

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