martes, 13 de marzo de 2012

LA PRINCESA CELESTITA

Este cuento se lo escribí a mi hija mayor cuando era pequeña, a ella le encantaba y se lo he contado miles de veces:

Érase que se era un reino muy lejano donde vivía un rey viudo con su única hija. La salud de este rey ya no era la que fue y nuevas preocupaciones acudían a su real cabeza, y ahora la gran preocupación de este rey era la boda de su hija, la princesa Celestita.
La princesa Celestita sin embargo, no tenía ningún interés en casarse y a penas si podía comprender el insistente afán de su padre, pero el respeto que por él sentía y sobretodo el profundo amor que le tenía, le hacían acudir a todas esas enormes fiestas llenas de comida, de gente y de lindos trajes que su padre organizaba una y otra vez con el único propósito de que Celestita encontrara a su príncipe azul.
Fueron apareciendo por estas fiestas uno tras otro todos los príncipes solteros cercanos al Reino, y como éstos no conseguían enamorar a Celestita, empezaron a llegar de lejanos sitios.
El rey empezaba a inquietarse y Celestita sin embargo llena de dulzura miraba a su padre y le sonreía una y otra vez “no papá, no me gusta este príncipe, no me casaré con él”.
Sucedió un día que la princesa Celestita se aventuró a ir al pueblo y salió del castillo para ir al zapatero, pues tenía una linda idea para su próximo par de zapatos y quería lucirlos en la siguiente fiesta. A pesar de todo, Celestita era una princesita muy presumida.
Celestita llegó a casa del zapatero y llamó a la puerta, le abrió un joven tan bello como jamás había visto la princesa. Repuesta de la sorpresa, Celestita entró en la casa y explicó al joven, hijo del viejo zapatero del que había heredado el oficio y el negocio, como quería su nuevo par de zapatos.
El joven se entusiasmó con la idea y aportó algunas suyas, estaba lleno de vitalidad, de alegría y sus ojos brillaban al hablar.
La princesa regresó al castillo con la promesa de volver personalmente por los zapatos, y así lo hizo, los días fueron eternos esperando el momento de recoger los zapatos, pero por fin la princesa Celestita fue a casa del joven zapatero.
Allí la princesa se dio cuenta que lo amaba y el joven zapatero lleno de osadía le juró su eterno amor.
La princesa esperó al final del baile y llena de dulzura miró a su padre y le dijo “no papá, no me gusta este príncipe, no me casaré con él”, el rey suspiró, y miró a Celestita que continuaba hablando “pero estoy enamorada padre”, el rey sintió que la felicidad le embargaba, ¿Quién es el joven preguntó?¿ de qué Reino…? ¿muy lejano? ¿era rey o príncipe?, Celestita sonrió y le dijo, “el joven al que amo es el zapatero, y él también me ama”.
El rey montó en cólera, se puso rojo como un tomate, y le dijo furibundo “si a él amas con él te irás, pero vivirás de su trabajo y a ver como eres capaz de sobrevivir”
Celestita así lo hizo, y se casó con el humilde zapatero, estaba triste por el enfado de su padre pero feliz con el hombre que amaba, pero era cierto, en aquella época los zapateros tenían muy poco dinero y vivían sin lujos ni comodidades.
El rey, que a pesar de todo quería mucho a su hija, fue a verla y le propuso que fueran los dos al castillo a vivir pero Celestita le miró y le dijo “papá eso sería la mayor felicidad, pero he convivido con estas personas que trabajan tanto, de sol a sol, y sin embargo pasan penalidades y he aprendido de ellos, y ahora sé que esto no es justo”
El rey quedó conmovido con las palabras de su hija que demostraban tan gran verdad y decretó en su reino salarios justos, jornadas de trabajo saludables y días de fiesta para todos los trabajadores.
La princesa Celestita volvió a palacio con su marido que siguió siendo zapatero, y el ejemplo del reino de esta princesa cundió por más y más reinos, llenando el mundo de justicia y a la princesa Celestita de felicidad.

5 comentarios:

  1. ..... Celestita era sindicalista, de las buenas de la hace muchoooooo, las hubo ¿eh ?, las hubo ...., doy fe

    ex-sindicalista

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  2. ¿zapatero? ¿rodríguez...? vamos, no j.......

    N. J. :)

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  3. Celestita no sabía lo que era...se enamoró perdidamente de su Príncipe plebeyo

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