- ¿Ves mis manos amiga? Están vacías, ¿lo ves, verdad? Ya no tengo a quien abrazar, ni que me abrace, nadie me levantará la barbilla para besarme y no sentiré otras manos acotando mi rostro mientras me miran a los ojos instantes antes de hacer que los cierre al sellarme los labios.
Me han roto el corazón y no se pegarlo, no atino la manera para que vuelva a latir, no consigo que su tic tac sea la banda sonora de mi sonrisa. ¿Qué puedo hacer amiga?
La miré desolada, sin palabras, hice el gesto de darle la mano, de abrazarla para ofrecerle un consuelo humano y fraterno por mínimo que fuera, pero con una suavidad extrema se escurrió y me miró a los ojos sorprendida
- No, no hagas eso amiga, no me consueles, si lo haces es que lo das todo por perdido, si me ofreces ese abrazo es que crees que todo ha muerto, que no hay esperanza y no quiero eso...no por favor, vengo a ti para que me ayudes a recomponer mi alma y volver atrás, cuando la sonrisa no se caía de mis labios y la carcajada hacía estrambote en mi garganta.
Tiene que tener solución, no puede pasarme esto, no ahora, no...nunca. Tú lo sabes bien, era mi ilusión, mi único pensamiento al despertar y mi compañía en las noches de insomnio, era lo que me hacía sentirme viva y llena, feliz y plena. No se ha podido acabar porque entonces yo he muerto, seguiré andando por la vida pero dentro seré fría como el mármol, entumecida y varada como la vieja flota de ataño, perdida como un buque fantasma....
Se recogió así misma en un abrazo inexistente, acurrucada en un abrigo que hoy me parecía que le quedaba tres tallas grandes o ella había encogido al írsele el amor de su lado. Se subió el bolso en un gesto compulsivo e intentó algo parecido a una sonrisa cubierta de rimmel.
- Tengo que irme, se que no puedes ayudarme, acabo de darme cuenta, tengo que hacerlo sola, no se como pero encontraré la manera, no quiero condenarme a vagar por los días siendo una sombra de la mujer que un día fui.
No se si repararé mi corazón, si volveré a entregar mi alma, pero necesito saber por qué ha sucedido, cómo ha sido posible y yo no me enteré de que me estaba pasando...¿Crees amiga que él me lo contará?
Le fui a contestar que no lo hiciera, que por duro que le pareciera, tenía que cerrar esa puerta y que pronto podría abrir las ventanas, pero no esperó mi respuesta, se dio la vuelta y con un pequeño tambaleo caminó entre el empedrado con sus impresionantes zapatos de tacón. La ví perderse por la esquina e íntimamente le desee suerte y fuerza para salir adelante, sería largo y difícil...por experiencia.
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