Abrir los ojos de par en par, y descubir que la oscuridad negra me rodea.
No quiero dormir, no quiero dormir, me lo repito algunas noches en las que sé que cuando cierre los ojos volverán las pesadillas, no quiero dormir, el miedo puede más que yo y cuando quiero descansar vuelven esas imágenes, ese sentimiento de angustia, como si me aplastaran fuerte el pecho, como si una mano oculta, negra e invisible presionara fuerte y me dejara sin respiración, no me dejo vencer, prefiero tener los ojos abiertos, pasear de un lado a otro, volver a la cama y llenarme la cabeza de tonterías, pensamientos vacíos, de rutina doméstica, cualquier cosa antes de que los parpados, pesados, llenos de sueño, caigan y vuelvan esos sueños oscuros. Pocas cosas me dan miedo, muy pocas, y antes no me importaban, pero ahora sé lo que es el pánico solamente por un sueño.
No quiero dormir, no quiero dormir, busco el consuelo rezando desgastadas oraciones que aprendí de niña pero la suave letanía me induce al sueño, y no quiero, no debo, las manos llenas de frío sudor me las paso por los ojos para despejarme, están heladas, sé lo que suele suceder en estos casos, me duermo y entonces como si fuera una película de antaño, de las que tenían descanso, se retoma mi mal sueño, mi pesadilla y despierto aún más asustada, más desconcertada y con el corazón en la boca.
No quiero dormir, no quiero dormir, me adapto al abrigo de la noche y veo pasar los minutos en el reloj, demasiado lentos para que llegue el amanecer del nuevo día. Y finalmente, arropada por la oscuridad y el tictac cardiaco del reloj, me siento relajada, acompañada como si de un vientre materno se tratara, y me duermo tranquila...
¡ Que bien reflejado está el pánico !
ResponderEliminarA lo mejor este relato es pura literatura pero yo en mi juventud viví una etapa igual a la que describes y es angustiosa,vivía el día temiendo que llegase la noche.
ResponderEliminarMe gusta leerte.
Es real...sucede que a veces, la responsabilidad da pánico
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