jueves, 6 de febrero de 2014

AUTOLIMITACIÓN

Hoy me he preguntado hasta que punto tengo derecho a escribir de mis recuerdos cuando éstos implican a más personas. Me surge una duda moral y de cariño a ciertas personas cuando me pongo delante de esta pantalla y quiero plasmar lo que siento o lo que me ha arañado la memoria al despertar.
¿Dónde está el límite para considerar un momento del pasado sólo tuyo? Una imagen, un sonido, un olor...en principio son nuestros, de eso tan personalísimo que es la memoria, pero ¿qué ocurre cuando dentro de esa parte de nosotros interactúan otras personas que además son fácilmente reconocibles en nuestra vida?
En mi caso reconozco que me gusta que me atice la nostalgia del pasado porque muchos de mis momentos los difuminó la química y un mal tratamiento médico me privó de parte de mí. Sé que soy, como todos, un presente hecho de retazos de ayer pero en mi caso a veces no conozco todos los ingredientes. Por eso, cuando llega algún viejo momento a hacerse novedad en mi presente es como cuando pruebas un plato nuevo e intentas adivinar las especies con las que lo han aderezado y de repente reconoces que está ahí un punto de canela.
No me gusta mirar al pasado más de lo necesario y disfrutando del hoy siempre voy mirando hacia delante pero en días en los que se hace presente el ayer como un espíritu con conexión ouija, con serenidad casi de nonagenaria, me apetece recrearme en mi descubrimiento emocional. Da igual que el recuerdo sea bueno o malo, que me haga llorar o reír hasta las lágrimas, no me importa saber que el desasosiego, la euforia o la angustia que tengo vaya a durar todo el día porque he recuperado una parte de mí.
Entonces es cuando quiero escribirlo, porque es de las pocas cosas que puedo hacer para darle forma y tengo que reconocer que también es porque tengo miedo de volverlo a olvidar. Pero entonces me nace la duda de si al plasmar el momento puedo dañar a alguien o simplemente puedo molestarles por contar lo que también es parte de mí. Es algo que no me gustaría hacer, nunca.
Hasta hoy no he encontrado la respuesta, a veces escribo un cuento con algo muy personal para poder desahogarme y otras lo escribo en el vacío, sí...con sus puntos y sus comas, evitando los adverbios terminados en mente y las locuciones "prohibidas"; sin necesidad de cerrar los ojos escribo líneas y líneas  en el aire y curiosamente cuando lo hago mi  manera de escribir es con estilográfica y en cuaderno...
Aún no se que hacer hoy puede que lo guarde para un mañana pero necesito que la sensación se vuelva palabra.


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