viernes, 7 de febrero de 2014

EL MISMO TEMA

Se levantaba temprano para tener la sensación de tener una ajetreada vida laboral, una intensa vida social, una acogedora vida familiar...y a duras penas tenía una vida.
Vivía en una casa tan pequeña que a veces pensaba que para poner otra estantería necesitaría quitar el lavabo y lavarse los dientes en el fregadero. Ella que siempre había sido tan escrupulosa.
Había pensado muchas veces que tuvo que haber un punto de inflexión. Un instante en el que la vida dejó de ser un cuento de hadas y se convirtió en pura (¿puta?) realidad. El problema es que la memoria es más sabia que nosotros mismos y hace olvidar lo que nos daña. A veces. Quisiera tener el mecanismo de desconexión del recuerdo. ¿Por qué era incapaz de recordar lo que comió el jueves pasado y sin embargo se estremecía por aquél último beso? Era mucho más útil recordar su almuerzo por el bien de su dieta y olvidar el calor de otros labios para tranquilizar su alma.
Y ahora que había desayunado, recogido y barrido sus treinta y ocho metros cuadrados, ¿qué hacer?. Miró a su única compañía, su galápago. Tenía una tortuga de agua, la compró un momento estúpido en el que le pareció divertido cuidar de alguien que tenía la posibilidad de esconder la cabeza y desaparecer. Un alter ego hecho ser vivo. Lo que no sabía -ni le explicaron- es que hibernaba. Su compañía la abandonaba casi cinco meses. El día que lo buscó en Internet preocupada por si estaba muerta (estuvo a punto de tirarla a la basura) y descubrió que se desconectaba por el frío tuvo un ataque de risa. ¡Era todo tan apropiado! Por un lado envidiaba a su tortuga "James" más que nunca: evitar el frío y dormir, ¿había algo mejor? y por otro lado pensó que era el colmo de las desdichas: buscar un compañero y que éste tenga excusa biológica para ignorarla, había hombres que sin duda la trataron igual pero sin biología de por medio...
Otra vez el mismo tema. Iba a tener que aprender a vivir sin que los finales de sus pensamientos acabaran siempre en el sexo contrario (¿o contrariado?). Había otras cosas, tenía aficiones, algunas amigas...no había necesidad de tener pareja, no era imprescindible. ¿Es que acaso no sabía estar sola? Era una mujer autosuficiente, inteligente y físicamente estaba bastante bien. ¡Qué tontería esa fijación!
Pero lo cierto, aún a riesgo de escuchar a la voz íntima que silenciaba, es que una vez que has sentido el amor y has sido amada...es como una droga. Lo disfrutas, te eleva, cambia los colores del mundo y quieres que no acabe. Cuando por la circunstancia que sea no hay más, hay que pasar la época del "mono": pensar en sucumbir, llorar, temblar, no dormir, sufrir. Y después queda el tentador recuerdo dulcificado por el paso de tiempo que difumina los malos recuerdos, las resacas de las discusiones, de la desilusión. Y pese a todo y sobre todo quieres que te vuelvan a querer. Pero eso no debe decirse. Es mucho mejor decir que estás mejor sola, que no das explicaciones. Y sin embargo estás deseando que en un abrazo puedas comentar tú día.
Mientras se recogía el pelo sin mirarse al espejo pensó que el día empezaba mal, demasiadas inquietudes profundas para ser tan temprano. Se enredó una larga bufanda al cuello, subió la cremallera de sus botas y de su chaquetón. Miró la bolsa con la cámara de fotos. Había dejado de llover. Era un buen día para hacer fotos. Necesitaba salir y buscar la belleza sana de la naturaleza o la decrépita marabunta de asfalto. Mejor ver las cosas a través del objetivo. Incluso puede que así pudiera observar bien a alguien, hacerlo suyo antes de conocerlo y que fuera el hombre de su vida...
¡¡Otra vez el mismo tema!! ¡Luci por Dios -se dijo- al final va a parecer que tienes un problema!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario