miércoles, 17 de octubre de 2012

NOTORIEDAD A CUALQUIER PRECIO

Es bien sabido que las folclóricas del blanco y negro y el tecnicolor solían decir: "que hablen de mi, aunque sea mal, pero que hablen" y si no hablaban, ya hacían ellas, una contra otras, porque se diera la conversación. 
Hemos llegado pasito a pasito a una sociedad donde los egos necesitan ser alimentados a base de notoriedad.
Supongo, y es una opinión personalísima, que desde siempre el hombre, entendido como concepto y no como ente masculino que luego vienen las quejas de los lenguajes sexistas, ha querido ser alguien importante. Entiendo que se buscaba ser la mujer más bella del reino, el guerrero más aguerrido, la doncella más virginal, el caballero más noble, la señora más elegante y si me apuran, la meretriz más famosa.
Siempre destacar entre la multitud.
En esos siglos tan anteriores, se buscaban valores más o menos heróicos, pero siempre nobles, por ejemplo, Quevedo y Góngora bien que se tiraban de los pelos por ser lo más afamados literatos de la época, sin necesidad de demostrar su habilidad con la espada. Destacar por el valor, por la piedad, por la nobleza, por la literatura, por la caballerosidad... ¡Qué lujo comparado con los grandes héroes de hoy!
Hoy la portada de un diario deportivo puede ser sobre el peinado de un futbolista, el mundo puede pararse por si se opera o no se opera una chica inculta que tuvo una hija con un señor que era conocido pero no un gran figura en su trabajo pero que tenía muchas novias y por supuesto, a lo folclórico, vendes más cuanto más basura eches sobre otra persona, sea cierto o no, que no estamos para detallitos...
Pero bajando escalones en la pirámide de la popularidad nos encontramos con lo que alguna periodista definiría como el experimento sociológico que son las redes sociales. Llama la atención como personas de apariencia normal y relativamente usuales, se transforman hasta niveles insospechados por ser quien tenga más amigos o seguidores, quien más veces le comenten una foto o le alaban una publicación. Algunos, en un acto de dicotómica personalidad te dicen que en realidad le da igual lo que digan de ellos, o el caso que le hagan que lo que hace es volcar sus sentimientos, sus vivencias o lo que toque, pero hay un sector noble y casi infantil que puede llegar a comentar "es que yo quiero que me hagan caso" ¿Qué hay detrás de todo esto? Yo no soy psicóloga, ni psiquiatra y ni siquiera quisiera ser una "coach de vida" que dicen los realitys mal traducidos, no llego ni a echadora de cartas, pero me da que ese afán de notoriedad tiene un trasfondo de falta de algo...no se sí de personalidad, de cariño...no lo sé, pero el problema es el precio y no tengo claro si siempre compensa.

1 comentario:

  1. Esa muchacha que nombras lleva todas las papeletas para ser un juguete roto. Si no lo es ya. El contrapeso de todo eso que defines es sentirse cómodo dentro de la propia piel. Y aceptar, las más de las veces, que se vive dentro de una anónima mediocridad. Desear, por fuerza, esos cinco minutos de gloria puede no ser más que una repetida necedad.

    Nelly Jameson :)

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