miércoles, 8 de mayo de 2013

DIN DON DAN LILA MORADO

Los recuerdos de la infancia son esas nebulosas que nos acompañan y que no tenemos claro si fueron así o si realmente lo hemos adaptado en la plastilina de la voz materna.
Algunas generaciones a duras penas tienen el apoyo de unas fotografía en un album viejo o en una lata de galletas o una película en super8 de aquel pariente moderno lleno de tecnología que asombraba en las reuniones familiares. Hoy por hoy, mis hijas, por ejemplo, casi tienen un día a día de sus vidas hechas fotografías. Los recuerdos de ellas estarán apoyados en unas imágenes y no se si dentro de unos años la niebla estará más disipada.
Recuerdo mi infancia como una infancia feliz, llena de rutinas que se volvían magia, fui mimada y nunca malcriada y pese a que era hija de una madre trabajadora, no me sentí en ningún momento ni abandonada ni desarraigada ni todas esas cosas que muchas veces, ya de adulta, yo misma y muchas otras mujeres se plantean frente a la mal llamada conciliación de la vida laboral y familiar. Iba a la guardería, al colegio, me quedaba con mi abuela y todo era normal, divertido, emocionante y acogedor.
Entre mis mejores recuerdos, - la mayoría de los niños, en condiciones normales tienen muchos - está el "din don dan lila morado". Creo que por entonces yo tendría dos o tres años, no tendría más, al colegio desde luego aún no iba. Por aquel entonces mi casa era muy grande y desde mi pequeña estatura más grande me parecía, pero mi mundo era mi madre que como es bajita era un mundo mucho más accesible. A cualquier hora, cualquier día, muchas veces, yo iba corriendo a buscarla y con el pequeño puño cerrado, fuerte y "sudaillo", con esa mano caliente y churretosa que tienen todos los niños pequeños, con muchisimo cuidado, casi sin abrir el puño, le daba mi "din don dan lila morado" se lo dejaba en la palma de su mano y ella con el mismo sigilo lo guardaba. Otras veces le pedía que me lo trajera cuando se iba a trabajar: "mami, ¿puedes traerme un din don dan lila morado?" y si ella me preguntaba qué quería o qué me apetecía, siempre le respondía lo mismo: "un din don dan lila morado".
El recuerdo me hace sonreir y muchas veces lo comentamos mi madre y yo, se lo explico a mis hijas, y hasta a veces, si me pregunta que quiero por mi cumpleaños, aun le pido "un din don dan lila morado"
A estas alturas habrá quien se esté preguntando qué es un "din don dan lila morado", pues...no lo se, nunca fue nada, era algo que yo pedía, llevaba, regalaba y disfrutaba pero...no sé lo que era, si era algo imaginario ... no lo recuerdo, si era algo que sólo veía yo... tampoco tengo la memoria de su silueta, sus características...se que mi madre muchas veces intentó que se lo describiera y yo me reía y casi la miraba con displicencia..."¡¡mamá!!! ¡qué tontería! un din don dan lila morado es...un din don dan lila morado! ¿no lo ves?"

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