Maura era consciente que desde que empezó a convivir con él había vivido entre el lujo, los destellos y una vida que ni en sueños pudo abarcar, era una vida en la que todo lo que deseaba, dentro de un mínimo orden, lo podía alcanzar. Grandes hoteles, viajes, cenas elegantes y hamburguesas de suite, zapatos de firma y suela roja, vestidos de diseño y la última tecnología.
Si hace solo unos años le hubieran dicho que esa iba a ser su vida hubiera reído aunque lo más que se permitía por aquel entonces era una sonrisa, no estaba en los planes de su vida, no existía ni por asomo ese tipo de existencia en la trazada línea de la biografía que suponía que había en algún sitio pintada con un rotulador indeleble. Una línea para cada uno. Se equivocaba. O la línea no era tal o están dibujadas con tiza y se borran y se reescriben con cada decisión que tomamos en la vida.
Y si antes no se permitía reir porque lo consideraba un lujo, una pérdida de tiempo pues necesitaba todos y cada uno de lo segundos para salir adelante, ahora simplemente ni la sonrisa le asomaba a los labios.
Vivía en una cárcel de oro, se sentía apresada entre la ostentación y el buen gusto, era infeliz y pensaba que no era ni siquiera de justicia sentirse tan desdichada, ella conocía bien el otro lado, el de la estrechez y la falta de recursos, el de la lucha por pequeñas metas que hoy podía conseguir levantando el teléfono o con dos clic del ratón. Pero la realidad es que la manida frase de que el dinero no da la felicidad, es más profunda de lo que parece.
Se maquillaba con carísimos productos pero había conseguido hacerlo como si maquillara a una extraña, como lo hacía de niña en el escalón de casa a sus amiguitas del barrio. Para ella los espejos eran armas de destrucción masiva que le enseñaban su rostro bello e inmaculado lleno de vejez emocional.
Alguna vez había intentando huir porque en realidad no estaba apresada, cada vez que él le decía que le daba igual que estuviera o no en su vida, ella amagaba con abandonarlo todo mientras él sin a penas incorporarse en el sofá ni dejar de mirar la gran pantalla super plana de televisión le repetía...por mi como si no vuelves.
Nunca daba el paso final y si lo hacía volvía, con una extraña dependencia y un irracional miedo a la soledad. A veces pensaba que era como la cocaína, sabía que le hacía daño, no le aportaba nada, no se sentía feliz, y sin embargo los cocainómanos siguen consumiendo quizás, como ella, por el miedo a descubrirse sin tamiz y ver el despojo en el que se había convertido.
Ahora, harta de promesas incumplidas, de sueños rotos, de renegar de ella misma, de avergonzarse de su falta de valor y su total y absoluta sumisión, sólo le quedaba esperar a que la muerte llegara antes que el recuerdo.
El recuerdo es a la vida lo que la red al pez, quizá debería añadir el anzuelo, por que la primera aturde y estrangula, pero el segundo duele y desgarra allí donde pincha. Ambos tienen en común que tiran de uno hacia arriba, cuando lo que se busca es hacerlo hacia abajo, porque vivir ese eso profundizar mientras que recordar es solo flotar, dejarse ir, ni siquiera morir.
ResponderEliminarDices bien, antes que recordar mejor morir, porque la muerte es un lugar secreto y desconocido, un lugar donde cabe la posibilidad y con ella la esperanza. Pero qué es el recuerdo, solo un lugar trillado, tedioso...
Recibe un fraternal abrazo.
Ufff,terrible lo que transmite esta entrada....
ResponderEliminarMp
Para mi la verdadera vida es la libertad, con o sin dinero, con pareja o sin ella,pero que tú y nadie mas que tú puedas disponer de tu vida. Por desgracia para la gran mayoría de nosotros no es así (porque no queremos) primero estamos sometidos desde pequeños hasta la mayoría de edad a los padres y, o familiares, después a tu propia familia que siempre te resta movilidad, pero ya el colmo es lo que tu describes como cárcel de oro, perder tu libertad a cambio de una buena posición económica. Eso para mi es degradarse como persona.
ResponderEliminarTe felicito de nuevo Rocío.
A veces,somos tan estúpidos que no sabemos valorar los pequeños detalles como esa mirada,ese abrazo,ese beso.Nos aferramos a lo material pensando que nos hará feliz cuando en realidad,como muy bien cuentas,nos vemos encerrados en esa cárcel de oro .Y por desgracia,en muchas ocasiones somos incapaces de luchar por lo mas preciado,lo mas valioso...la libertad!.Excelente escrito,Rocío.
ResponderEliminarlUCHY
La libertad...que bonita palabra y que difícil de conseguir... Yo creo que la libertad es una utopía. Creo que es "un concepto" al que aspira el ser humano y que nunca consigue. Sujeto desde que nace a miles de condicionamientos que le ahogan, que le aplastan, que le dirigen (a veces se da cuenta y otras no) ¿Quién puede obrar según su propia voluntad?...Supuestamente quien pueda hacerlo es libre, aunque no conozco a nadie. Eso sí, conozco a una "musa ingrata" que cada vez escribe mejor. Besos.
ResponderEliminar