Conforme iba andando por el pasillo iba viéndome reflejada en el espejo del baño con más claridad, su casa siempre era una casa de puertas y ventanas abiertas, en verano y en invierno, no podía soportar durante mucho tiempo sin renovar el aire, le entraba una claustrofobia que le hacía boquear como un pez fuera de un mar...o una carcelaria pecera.
Por un momento contemplé la idea de no encender el interruptor y dejar que la luz que entraba por la ventana esmerilada fuera la única que le acompañara al final del día.
¡Qué poco práctico es lo literario...! Encendí la luz y me miré en el espejo, cada vez se notaba antes el cansancio ... se estaba haciendo mayor. La cercanía de su cumpleaños no le hacía olvidar como el tiempo pasaba...nunca había sido una persona que le importara sumar velitas en la tarta pero no dejaba de preguntarse si su apariencia era de alguien más mayor de lo que decía su denei, con una foto digna de un cartel de los que empapelan las comisarías.
Maquinalmente cogí uno de los algodones desmaquilladores y comencé a distribuir un desmaquillante de ojos, el blanco de éste rápidamente pasó a teñirse de un azul pitufo nada real, y al pasarlo por sus ojos se convirtió en una mancha negra de un rimmel carísimo que me regalaron una vez, cuando se acabara tendría que volver a olvidarme de esa marca...ese elegante revestimiento plateado, destilaba glamour y clase...no volver a tenerlo no era traumático...pero siempre pensaba en ello, una mezcla emborronada de cariño hacia esa persona y de realidad a golpe de desmaquillante.
Bien...ahora una cinta en el pelo me devolvía la imagen de una mujer casi infantil como si volviera completamente despeinada después de un ajetreado día de colegio y amigas, y quitándome el anillo de plata comencé a enjabonar mi rostro, sin meter espuma en los ojos... los gestos eran completamente aprendidos, inconscientes, enjuagarse con agua fría en estos momentos, era un acto de valor y coquetería...pero la costumbre pudo más. A veces se planteaba si realmente era presumida o era una persona que repetía una y otra vez las tareas diarias. Una cadena de desmontaje de una toilette doméstica.
Ciertamente era este un momento en el que al no preocuparse de lo que hacía podía dejar que su mente fuera a otro lugar...y no precisamente a ir de shopping a New York City, sino a plantearse que haría mañana de comer, si habría suficiente ropa para poner a carga plena una lavadora de blanca o si las niñas tenían las camisas de los uniformes listos en los cajones...la cabeza nunca paraba...
Una mirada al móvil....¿es tan temprano? ¿cómo puede ser que esté tan cansada? ¿qué voy a dejar para la vejez..?
Y con el rostro sin más verdad que la realidad, con un pijama calentito y gigante....sólo quedaba soñar con un rato de sofá donde por un momento pudiera sentir que por fin...era ella el centro de su vida...aunque solo fueran unos instantes, entre el duermevela, el ronroneo de la televisión y el calor de una manta.
Hasta mañana....
No hay comentarios:
Publicar un comentario