domingo, 4 de mayo de 2014

EXCUSAS

He empezado este post varias veces hoy.
He borrado y descartado unos siete comienzos y habré post puesto unas doce ideas. He mirado la libreta y no he sido capaz de seguir las notas que cojo durante todo el día, en cualquier momento, por extraña que sea la idea y absurdo que sea el instante -me he llegado a salir de la ducha chorreando agua-.
He intentado contar un cuento, algo alegórico, feliz y positivo, lleno de moralejas escondidas, de fe en el ser humano, de alegría de vivir. Intenté ponerme a hablar del día de la madre, de si se echan de menos cuando no están, si a veces somos capaces de entender a las nuestras y si eso cambia cuando eres tú la madre, si es un día más o si en el fondo hay que darle todo el bombo que una madre se merece, aunque se le quiera todo el año.
Me puse a escribir de las noches en las que sueño no viene, como me ha pasado a mi esta oscuridad pasada, y de los días en los que las risas son el anticipo de las lágrimas. He querido contar hasta que punto a veces las redes sociales son mágicas, y por qué hay personas que nunca fallan. Empecé a escribir del orden cosmológico de las personas: el escalafón social, y de los pantalones de flores.
Pero lamento decir que no he sido capaz. No consigo hilar ideas que estén al nivel que deberían, ni me veo capaz de plasmar toda la emoción que tengo hoy aprisionando la caja torácica. La lista de todos los sentimientos que se me agolpan es tan larga que creo que es lo que me tiene bloqueada de cuerpo, alma y mente.
Seguro que me estoy dando demasiado tiempo para oírme y me estoy excusando públicamente de por qué hoy no soy capaz de escribir. Ambas cosas no dicen nada bueno de mí, pero como excusa -otra vez- a lo primero, diré que soy muy poco de compadecerme y escucharme, le pongo fecha de caducidad a los dramas que me arrinconan y no me dejo llevar por la angustia más de unas horas (es que todavía no han pasado). Respecto a lo segundo, no tengo excusa para mi falta de concreción mental, me enfada y me desconcierta que las pequeñas grandes cosas puedan conmigo hasta el punto de no poder cumplir con una obligación que no es tal. Romperé una lanza en favor de mí misma, si es que se puede hacer eso, diciendo que aquí estoy dando la cara por ser tan poco capaz de sobreponerme al cóctel de emociones. No me doy mucho tiempo más, pero pido perdón por no estar aquí contando una historia, un cuento, una vivencia, una tradición.
Mañana ya no habrá más excusas, prometo que no tendré más presión, perdonadme la debilidad.
Sé que sois buenas personas, gracias de antemano.

1 comentario:

  1. Historia verídica, de las que son mejores y más difíciles de hilar.

    ResponderEliminar