sábado, 26 de enero de 2013

"LA BONITA"

 Se llamaba Teresa, como su abuela, pero le decían "La Bonita" porque desde que nació lo era, una niña casi perfecta, de ojos grandes y pelo negro que hasta en la pelusa de recién nacida se adivinaba la melena larga, ensortijada y azabache que le flanqueaba hoy la cara. Su madre le dijo siempre que hasta la paraban por la calle para decirle lo guapa que era su niña, y su padre, ay su padre, que tenía el silencio de los hombre de bien siempre tuvo una palabra y una caricia para su Teresa. De eso habían pasado años, ella tenía ahora esa edad indeterminada entre los diecimuchos y treinta y pocos que tienen las mujeres de su raza.
Seguía teniendo unos inmensos ojos que hacían casi inexistente la presencia de la pupila, algo más cansados de mirar y de ver, y siempre subrayados por el negro de su lápiz, compañero de siempre y único atisbo de maquillaje en su rostro. Por las mañanas, agua y jabón, la línea continua de su mirada y el día comenzaba.
"La Bonita" tenía el desparpajo propio de una mujer del sur y una cautivadora palabrería que no sólo conocía de sus mayores, sino que no dudaba en utilizarla. Era desconfiada e inocente a la vez. También era madre de tres niños. Y viuda. Se casó hace muchos años sin más papel que la prueba de un pañuelo ensangrentado y fue feliz hasta el final. Su marido, su gitano, nunca le puso la mano encima, en contra de lo que dicen por ahí, y sólo estuvo en un lugar equivocado a una mala hora y no se pudo hacer más.
Ella sola sacaba ahora a sus niños para adelante, no faltaban a la escuela y nunca hubo nadie que le pusiera la cara colorada porque sus niños fueran sucios, sin las tareas hechas o sin el material. La escasez y las lágrimas sus hijos no la verían, eso sería por encima de su cadáver, me contaba, pero tampoco le daba alas a las locuras que tienen otros chiquillos.
Ella vendía en el puesto de una prima, y algo se llevaba, y el resto era de "arreglitos" que hacía por ahí, no le pregunté y ella se sonrió, "no es de droga, te lo juro, que vi caer a muchos y supe de donde venía lo malo, por bien que se estuviera un tiempo, que no les faltaba de ná, el final era el que era y además -se encogió de hombros- ahora está la cosa mu vigilá"
Yo sabía que su palabra estaba escrita a fuego en un bloque de hielo, porque liarme sabía hacerlo, o lo intentaba, pero la verdad es que pasaba tabaco de contrabando, "destraperlo" y en los tiempo que corren hasta podía entender, justificar y aceptar algo tan inocente como dos cartones de tabaco a la semana.
Se bebió su café, en vaso, negro con mucha azúcar y se puso de pie, "paga tú y otro día te convío yo, voy a hacer unos mandaos y voy a tirar pa la casa, los niños habrán terminado ya los deberes"
La paré sujetándole levemente de la mano, "¿te hace falta algo Bonita?" Suspiró y me dijo, "son tantas cosas las que me hacen falta que si empiezo no termino, pero mientras no me falten dos manos para trabajar y un trabajito que hacer y mis niños tengan salú...gracias morena, yo se que puedo contar contigo y aunque no te lo creas, estos cafelitos me saben a gloria y me dan la vida, así me aireo, no es orgullo, sabes que si le hiciera falta a mis niños pediría hasta en la puerta de la Iglesia, aunque allí no va mucha gente ya..." Sonreía.
Y yo me quedé allí mirando como se iba y como los hombres se volvían a mirarla al verla pasar y ella, entre distraída y coqueta salía canturreando del bar ya lejos de donde estaban sus pies.


4 comentarios:

  1. Olé las mujeres de mi tierra Andalucía

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  2. Cada día me gustan más tus entradas, bravo.

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  3. ay hija, que bonito, como transmites, miamiga

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  4. Me detengo hoy a leer tu entrada y a curiosear tu blog, la falta de tiempo no me lo había permitido. Y no dudes que lo incluiré en favoritos. "BONITA" entrada. A la abuela de una amiga mía también le llamaban así...

    SALUDOS EXTREMEÑOS.

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