Allí estaba ella.
Sentada al final de un suspiro había días en los que la felicidad se le ponía un poco más de perfil. No era cuestión de grandes desgracias ni de enfermedades graves, solo era que el día se convertía en un inmenso lago azul sin salvavidas ni remo.
Consiente de que todos los días salía el sol, incluso detrás de las grises y apáticas nubes, intentaba no dejarse caer y solventar de alguna manera la rutina para obviar las tentaciones de naufragar. Las mecánicas tareas aprendidas, el paso de las horas contadas una a una, cumplir con escrupulosidad con todo lo que se esperaba que hiciera, no era más que la forma de huir de esa otra realidad sorprendente. No eran sorpresas agradables, ni risas y diversión, mas bien todo lo contrario, eran pequeños detalles de los que conformaban una vida en el fondo estéril.
Incapaz de tomar decisiones que le fracturaran la vida, o la cadera, las pocas veces en la que arriesgó su capital económico o sentimental no le fue bien, y ahora todos los matices de su vida se habían convertido en una falsa balsa de aceite. Alguien sin pasión y sin riesgos, sin emoción en su hoy, sin anhelo para mañana, porque aunque ya había pasado suficiente tiempo, varios meses, incluso años, al evitar mirar a la cara al dolor y enfrentarse a los errores, asumir culpas y desechar las que no le correspondían, al no haber repasado qué pasó para que no salieran las cosas bien, no había conseguido cicatrizar esas caídas y por tanto, no había aprendido nada de ese doloroso traspiés. Sólo decidió huir y sobrevolar su existencia.
Así que finalmente su vida era un suspiro, una queja muda, un horizonte con boceto de cadalso, y aunque no debía ser así, se sentía desdichada. Se le pasaba la vida en la cobardía de no enfrentarse a la realidad, la vida no era rosa por mucho que dijera la canción, los malos momentos se compensaban cuando llegaban los buenos y en las pequeñas cosas estaban las armas para ser feliz.
Quizás no lo entendiera nunca, puede que lo hiciese ya cuando fuera algo tarde, pero desde la cobardía nunca nadie llegó a sentirse viva.
"desde la cobardía nunca nadie llegó a sentirse viva" ¡Que gran verdad!
ResponderEliminarUn beso tan grande como tu valentía.
Lola_Mento
¿ está dedicado a alguien ?
ResponderEliminarNo...ni es nadie en particular..
EliminarAlguien sin pasión y sin riesgos, sin emoción en su hoy, sin anhelo para mañana, porque aunque ya había pasado suficiente tiempo, varios meses, incluso años, al evitar mirar a la cara al dolor y enfrentarse a los errores, asumir culpas y desechar las que no le correspondían, al no haber repasado qué pasó para que no salieran las cosas bien, no había conseguido cicatrizar esas caídas y por tanto, no había aprendido nada de ese doloroso traspiés.
ResponderEliminarCierto Rocio