martes, 29 de enero de 2013

MACHISMO INSTITUCIONAL

Hubo un tiempo no muy lejano en España en el que las mujeres no podían abrir una cuenta corriente en un banco o caja de ahorros sin el paragüas protector de la rúbrica de un varón. De ese tiempo, no estamos muy orgullosos y las mujeres en este país han ido con paso rápido y firme adaptándose a la nueva era.
En esa época, y durante la transición ha sido objeto de debate que los hombres decidieran por las mujeres, así la mujer con toda lógica, tiene derecho a leer lo que quiera, a vestir como quiera, a pensar como quiera y a decidir lo que quiera. Y a votar lo que quiera.
Esta lucha ha sido abanderada por las feministas con gran ahínco y devoción, llevando incluso a límites poco inteligentes sus consignas o sus ideas, y esto lo digo como mujer desde la libertad que ellas proclaman para sí mismas por su género y por ende, para mi.
Particularmente soy partidiria de que la mujer tenga el sitio que debe por sus capacidades, no por la manera que tiene de enfrentarse a la taza del inodoro en el humano momento de miccionar.
Dicho lo cual, hemos llegado a cerrar el círculo, o a enfrentarnos a su cuadratura, no lo tengo muy claro, y desde el Instituto Andaluz de la Mujer, no entraré en evaluar lo machista que me resulta que exista ese instituto y la separación que hace por sexos, esa que es poco menos que delito en los colegios privados, han hecho dos recomendaciones maravillosas y por favor léase con ironía:
La primera y no por ello mejor que la segunda es que no se lea un tipo de literatura muy de moda de corte erótico festivo pues parece ser que el papel que se le da a la mujer es demasiado sumiso. Bien. He intentado enfrentarme al libro en cuestión y me he visto incapacitada, y no por su contenido erótico, ni por un horrible problema moral ante la degradación femenina narrada, sino por su nefasto nivel literario (para mi humilde opinión). Hubiera agradecido muchísimo más una recomendación de ese tipo.
La segunda, esta me gusta especialmente, es que no se use el taconazo. No se que mente sucia...si...sucia, une la degradación femenina con el tacón. Ni con cuantos centímetros se pasa de tacón a taconazo. Me da que la señora sí que se ha  leído el libro anteriormente citado, ¡y con regocijo! No sólo yo uso tacones, sino que también cuando la  ocasión, marcada por mi misma, lo requiere, uso el taconazo, por mi y nada más que por mi, porque la imagen que me devuelve el espejo la veo favorecedora, elegante, y bonita. No pienso en que me vean mejor o peor, ni es una sumisión ante el varón. Repito...no se que mente retorcida llega a esas conclusiones.
Pero termino como empecé, si antes un padre, un hermano, un marido, le decía a una mujer lo que tenía que leer, que votar, o cómo vestirse, lo hubieramos visto de un machismo retrógrado insoportable, hoy me lo quieren decir desde las instituciones públicas, y le diré algo señora. NO. No va a decidir usted por mi, ni usted, ni ningún hombre por progresista que usted se considere.

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