domingo, 8 de julio de 2012

DESPERTAR EN SECANO

Ya no sabía cuántas veces había rodado por la cama buscando un hueco que no estuviera ardiendo, incluso mojado, tenía la absoluta sensación de que estaba durmiendo en una pala de pizzero, esas gigantes palas de madera que manejan con destreza mientras abren un horno plano y gigante, una boca que se abre. Así estaba ella sólo que en vez de abrirse la puerta del horno, empezaba a entrar el fuego por su ventana.
Pasadas las horas del amanecer cuando refrescaba levemente y podía dormir por fin, a penas un par de horas pues empezaba a aparecer el sol por el horizonte y aunque las persianas estaban cerradas como si fueran un ataúd el calor comenzaba a reverberar y aunque lo último que deseaba era levantarse estaba claro que dando vueltas solo podría ponerse aún más nerviosa.
El café se volvía un suplicio necesario que despertaba, despejaba y hacía sudar como si lo estuviera tomando sentada dentro de una chimenea a pleno fuego en el mes de enero en Reykjavik, a partir de ese momento sólo un horizonte, la ducha.
Agua casi fría y el mismo pensamiento estúpido de todas las mañanas, si pudiera retener este momento, esta sensación de frescor, si esto durara todo el día. Casi sin secarse para engañarse a si misma, para que quede mojada la ropa, no hay nada más doloroso que saber que hay que enfrentarse a la calle, ya no era temprano, seguramente ardería el pavimiento, y vería en el horizonte esa deformación que las personas piensan que solo se ven en el desierto de Arizona, en las carreteras de Las Vegas.
No hay más remedio se dice, cierra la puerta de la casa, abre la puerta del portal y la primera oleada ...
¿Porqué costaba tanto andar por la ciudad con este calor?

4 comentarios:

  1. Se nota que te afecta el calor pero te aviva el fuego de la imaginación.Me gusta!!

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  2. A mí también me gusta, sólo que mi sensaciones son al revés, deseando salir desde por la mañana temprano, mi casa es mucho más calurosa que la calle

    Pepita

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  3. ojfú, qué caló

    NJ ;-)

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