domingo, 30 de junio de 2013

EL PARÉNTESIS DEL CALOR

Cae el calor a plomo por mi ventana y aún boqueando como un pez recién pescado, doy íntimamente las gracias porque todavía no ha llegado de verdad el calor, el calor de este lado del río, el calor que supera los cuarenta grados centígrados, ese... el que estamos bordeando esta tarde.
Siempre he pensado cuando llegan estas fechas que no se debe de estar muy distinto en el infierno (Dante estuvo aquí documentándose) y me pregunto si andamos purgando en la tierra o pagando quizás el precio de algún gracioso que se pasó de la raya alguna vez. Algo semejante al "ganarás el pan con el sudor de tu frente" pero estacional y a lo bestia.
Pienso que debería existir un serio estudio con conclusiones concisas y certeras, nada de expertos de los que asesoran a políticos, gente seria con conocimiento de verdad que nos dijera por qué durante dos meses el Infierno se vuelve terrenal y hace su aparición. ¡Y que no me vengan con acercamientos al sol! ¡Nada de astronomía! Esto es mucho más serio...
Es difícil de explicar el sentimiento al abrir una ventana o una puerta, esa "bofetá" que agresivamente llamamos nosotros a esa entrada masiva de aire denso y caliente que te golpea en el cuerpo entero a lo Cassius Clay y te deja K.O en un asalto. No voy a intentarlo, ni tampoco recomiendo a nadie que la padezca en carne propia para comprenderlo... nadie me ha hecho nunca tanto daño como para deseárselo.
La chicharra me acompañó una siesta imposible de dormir, y estoy a la espera de una de esas tardes que languidecen dando paso a una noche en la que en el mejor de los casos es posible dormir algunas horas siempre y cuando los mosquitos no quieran volverse sangre de tu sangre.
Y mañana, más de lo mismo...
Pese a todo reconozco que prefiero el verano al invierno, sea donde sea, incluso en este infierno de andar por casa, aunque cuento los días para cambiar la piscina por la playa, el aire acondicionado por el salitre y las noches ardientes por el relente de costa...
Empieza la época de leer más que de escribir, de descansar, de ser hija y de ser nieta y ejercer de ello, de volver a ver amigas de siempre, de noches de cervecitas y sonido de abanicos, volver a ser un poco niña sin dejar de ser madre, que ya luego llegará septiembre...

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