Rocío:
Te conozco creo que bien, ahora que vas a pasar por el quirófano,
conociendo tu aprensividad y pesimismo, ¿entiendes esta entrevista
como unas últimas voluntades, un último testimonio?
Alvite:
Me has sobrecogido. Pero así es como me encuentro. Me has captado.
Pero no quiero morir, y si no muero...¿decepcionaré a alguien?
(Silencio...)
R:
¿Qué quieres que digan de ti?
A:
Que fui un buen tipo con absurdos golpes de carácter
R:
Dejemos entonces el quirófano para más adelante...
José
Luis Rey-Alvite Martínez, José Luis Alvite, 62 años, nacido en
Compostela, gallego de pro.
¿Cuál
es tu primer recuerdo?
A: La
imagen de mi hermano pequeño durmiendo en un serón una tarde de
calor, cuando yo tenía algo más de dos años.
R: ¿A
qué olía tu casa, tu madre, tu infancia?
A: Al
olor de la colada. Yo creo que incluso la comida olía los domingos a
jabón.
R:
Siempre has dicho que querías ser huérfano pero adorabas a tu padre
y quieres mucho a tu madre ¿Erais dos niños distintos? ¿Eras un
niño frustrado?
A: Me
atraía ser uno de los hospicianos de San Domingos de Bonaval.
Siempre quise ser un niño errante que pasase de familia en familia.
R: ¿Te
molestaba entonces estar con una familia fija? ¿Te hacía sentir
mal?
A: Mi
familia me daba seguridad, es cierto, pero por alguna razón el
afecto me hacía sentir poco libre. Supongo que era una estupidez.
R: No
tiene porque, los domingos eran días especiales, ¿Qué te gustaba
de los domingos de tu niñez?
A: Tengo
la sensación, acaso infundada, de que los domingos eran siempre días
de sol. Y para mi el sol era un elemento cicatrizante que curaba las
heridas de las rodillas y la rutina de la escuela.
R:
Vosotros eráis tres hermanos, tú eres el mediano, que no el
mediocre, y todos los hermanos se pelean, ¿Cómo te llevabas tú con
tus hermanos en esas edades en las que aún se juega en la calle?
A: Me he
llevado bien con ellos desde que tengo memoria. Estábamos muy
unidos. No recuerdo habeme peleado jamás con ellos.
R:
¿Nunca un castigo, una pelea, un enfado?
A: Con
ellos, nunca. Con mi madre, algún que otro cachete. Mi padre era
incapaz de levantarnos la mano. Solo en una ocasión le dió una
merececida bofetada a mi hermano mayor y tardó meses en dormir bien.
R: Has
contado que te enamoraste de tu profesora muy pequeño, no sé a que
edad, pero ¿intentabas impresionarla, te veías con serias
posibilidades, cómo es el amor a esa edad...ya derrotista?
A: Yo
tenía seis años y ella era una muchacha aun muy joven. Me gustaba
cometer errores en mis deberes para que ella se acercase a
corregírmelos. Su aliento me resultaba estupefaciente.
R: Acabó
mal la historia...supongo...
A: Al
poco tiempo dejé aquella escuela y todo se fue al traste. Supongo
que yo aun no estaba preparado para el matrimonio, claro.
R: Tus
veranos en Cambados son memorables en tus columnas, ¿esperabas con
ganas el momento de ir?
A:
Cambados representaba tres meses de verano, tres meses de indolencia,
con tia Pepita, que era solterísima y comadrona. Era como refugiarse
en un mundo a medio camino entre el sueño y la obstetricia. Cambados
es parte esencial de mi manera fisiológica e indolente de ver la
vida.
R: La
Tía Pepita es un clásico en tus relatos, ¿tú crees que le
gustaría este protagonismo que tú le has dado?
A: No
estoy muy seguro. Supongo que lo releería muchas veces antes de
estar segura de que se trata de su retrato porque era muy descreida.
Vivía entre la fe y el pragmatismo. De hecho, a veces calcetaba en
misa.
R:
¿Quedan, hoy por hoy, mujeres como Tia Pepita?
A: Hoy
por hoy no quedan ni mujeres ni hombres como los que yo recuerdo. La
memoria es siempre muy benéfica y esa es seguramente la razón por
la que todo lo relacionado con mi infancia me parece decente, limpio
y bautismal.
R: En
esos veranos de Cambados que se llevan un cuarto del año, que
parecen una vida, llegaba la hora de la siesta diaria y a los niños
no suele gustarle ¿Qué hacías en ese tiempo muerto?
A:
Dormía la siesta con frecuencia.Me gustaba escuchar entre sueños el
ruido de los niños que jugaban en la calle. A veces salía a la
terraza a pintar porque quería ser impresionista. Y sobre todo,
andaba en bicicleta para sudar y meterme luego en el mar como un
caballo caliente.
R: Eras
un niño bueno...
A: Era
un niño obediente y eso me producía una especie de remordimiento
porque me parecían más felices los niños reacios, los que se
peleaban en la calle. Yo a mi manera ya sabía entonces que el riesgo
y el dolor eran ingredentes de la libertad.
R:
Entonces sin duda eras un niño precoz...antes has dicho que la
memoria es benéfica... En tu recuerdo ¿cómo era tu playa?
A:
Cambados era un puerto sin playas. Me bañaba en el muelle, en los
embarcaderos, en el malecón o saltando al agua desde una barca. Era
una especie de playa sin arena y sin bañistas.
R: ¿Te
costaba aceptar el final del verano? ¿La vuelta al colegio?
A:
Mucho. Era como si cada final de verano acabase mi infancia. A medida
que se consumía septiembre pensaba que al día siguiente tendría
sin remedio la edad de mi padre.
R: ¿Qué
duele recordar de la niñez?
A: No
recuerdos dolores que fuesen terribles, ni siquiera el dolor por la
muerte de algunos familiares. Será que en mi infancia la muerte
formaba parte esencial de la vida y la gente moría en casa con
absoluta naturalidad, mientras alguien preparaba sopa en la cocina.
Como yo lo recuerdo, aquellos muertos tan saludables olían a comida.
R:
¿Quién marcó más tu infancia para hacer de ti el que eres hoy?
A: Es
dificil contestar a eso. En realidad yo nunca quise ser el niño que
era. Cuando tenia muy pocos años le dije a a mediodía a mi padre
que necesitaba con urgencia ser gitano. Como puedes imaginar, mi
padre siguió comiendo como si tal cosa. Seguramente aun ahora me
tienta aquella vocación de ser gitano.
R:
¿Cuándo te diste cuenta, fuiste consciente de que ya no eras un
niño?
A: La
verdad es que no estoy seguro de haberme dado cuenta todavía. Mis
arrebatos de insensatez, mi fascinación por lo imaginario, son la
evidencia de que no he superado por completo la infancia.
(No
puedo evitar una sonrisa)
R: Todos
llevamos un niño dentro, es cierto.
A: Creo
que si, afortunadamente. Tú llevas dentro una niña maravillosa.
R:
Gracias
¿A qué
edad y porqué se fumó Alvite su primer cigarrillo?
A: Me lo
dio mi hermano mayor. Era un cigarrillo de tabaco negro mentolado.
Estaba sentado en unas escaleras y al acabar del cigarrillo creo que
las bajé a cuatro patas. Tenía dieciséis años.
R: Pensé
que eras más joven...
A: Era
una edad habitual para empezar a fumar. En la escuela no había
fumadores
R: ¿Y
el primer beso?
A: Se lo
di a una muchachita en Cambados. Quedé aturdido con la emoción. Me
sentí tan distinto, tan especial, que creo que me faltó poco para
cambiar de raza. Yo tenía quince años.
R: Iba a
preguntarte que cómo se recuerda un primer beso, pero veo que además
de perfectamente, lo recuerdas con gran emoción...
A: Esas
cosas no se olvidan. Hay placeres cuyo recuerdo es tan duradero como
el de cualquier dolor
R: Por
mi experiencia personal puedo decir que eres un hombre tímido
vestido con ropas de aplomo ¿eras también un adolescente, un joven
tímido con las chicas?
A: Muy
cobarde. Pero como tantos otros tímidos lo compensaba con una
audacia inesperada.
R:
Comprenderás que no me queda más remedio que preguntarte que cómo
se te daba...
A: No lo
intentaba mucho por miedo al fracaso. Luego me di cuenta de que perdí
muchas oportunidades por ese miedo porque en realidad no se me daban
mal, sino que era yo quien se apresuraba a malograr cualquier
relación por temor a que se me adelantasen ellas.
Se me
daba muy bien echarlo todo a perder.
R:
¿Estudiar periodismo fue una opción, una decisión, un camino
trazado, una obligación con la estirpe?
A: Fue
una vocación y al mismo tiempo una costumbre porque en mi familia el
periodismo era algo tan natural como hacer de vientre.
R:
¿Fuiste uno de esos universitarios comprometidos, activos
políticamente hablando, de panfleto y carreras con los grises?
A: Lo
fui a medias. Tenía preocupaciones políticas pero era un libertario
y llevaba mal cualquiar clase de organización, incluída la
organización necesaria para manifestarse en la calle. Hice mis
pinitos clandestinos,pero, sinceramente, a mi lo que me gustaba era
el tumulto en si mismo, el caos, y todas aquellas chicas barbitúricas
que predicaban el amor libre y cosas por el estilo. La verdad es que
de toda aquelal ebullición callejera lo que me tentaba era su
excitante halo de promiscuidad.
R: A rio
revuleto...ganancia de pescadores...
¿Qué
recuerdos tienes de tu Servicio Militar?
A:
Magíficos recuerdos. La Amada me impuso una disciplina que soportaba
mal, pero a cambio me dio la oportunidad de comprneder que había
valores cuya incomodidad no era en absoluto insoportable. Tuve
problemas con mis mandos en la Marina, es cierto, pero por culpa de
mi manera caótica de entender las normas. La verdad es que siempre
me gustó el estoicismo militar.
La
Marina me enseñó a llorar con los ojos bien abiertos.
R:
¿Jurarías hoy Bandera como entonces?
A: Si,
haría lo mismo que hice entonces. Mi desorden moral no incluye el
desprecio de los símbolos.
Hay
conceptos morales que por fortuna son mas resistentes que muchos
vicios.
R: Toda
"mili" necesita una novia a la que escribirle cartas...
A: Yo
tuve esa novia y me casé luego con ella. Le escribía una o dos
cartas cada día.
R: Mucho
amor...o mucho tiempo libre...(Sonrisa)
¿Eres
un enamoradizo, un hombre enamorado, o un hombre con amor?
A: Tu
pregunta me plantea serias dudas de identidad. Creo que era
enamoradizo y que con el tiempo me he convertido en un hombre leal
que no simultanea un amor con otro amor.
Disfruto
amando a alguien.
A lo
mejor me estoy convirtiendo en un apacible ser episcopal.
R: Lo
dudo...(sonrisa)
Las
mujeres siempre recordamos con ternura el día de nuestra boda, ¿cómo
fue tu primera boda, Alvite?
A: No
recuerdo muy bien mi primera boda. Retuve en la memoria la iglesia y
el hotel del banquete, pero olvidé la ceremonia y el menú. No
sabría explicarlo, pero eso es lo que me ocurre. Aunque me casé muy
enamorado, es como si hubiese ido a la boda de otro.
Ella fue
la primera mujer de la que estuve realmente enamorado.
R:
¿Cuántas veces has estado enamorado?
Cuatro.
De eso si que estoy absolutamente seguro. Mi corazón lleva mejor las
cuentas que mi cabeza.
R: Te
hago una pregunta de Alfonso Esteban Morillas: ¿Recuerda el maestro
la última vez que se enamoró de verdad?
A: La
recuerdo perfectamente y creo que jamás la olvidaré porque no creo
que vuelva a ocurrirme.
Esta vez
la pasión coincide con la experiencia y eso me da la seguridad plena
de que será la última.
R: Está
claro que las mujeres han formado parte de tu vida, yo diría que te
fascinan, en general, algunas en particular, Mari Pili te
pregunta...¿qué mujeres te han marcado más la vida?
A: Las
cuatro mujeres de las que me he enamorado son parte esencial de mi
biografía y fueron influyentes. Como es natural, unas más que
otras. Podría citra a una que es especial para mi, pero creo que
sería poco elegante
R:
Supongo que por supervivencia deberías dejarlo en el aire.
A: Ella
sabe de quien estoy hablando, estoy seguro.
R:
Hablemos de trabajo, de ti, de tu periodismo y tu literatura, te
pregunta Isa R Casado, ¿qué es lo primero que recuerdas haber
escrito y a qué edad?
A: No
tengo un recuerdo concreto. Todos los niños escriben cosas referidas
a sus fantasías y supongo que yo no fui distinto. Lo que recuerdo es
que a los diez años tenia mi propio periódico, que escribía en el
revés de cuartillas usadas con la máquina de mi padre y llenaba con
noticias en las que urdía o fantasías a partir de la realidad.
Supongo que no he sido demasiado original.
R: Es
bastante original...pero me "suena"
Un día
me contaste que llegaste a hacer los horóscopos en tu periódico,
¿tienes algo de brujo, de mago, de meiga?
A: No
hice aquella función por mis dotes de oráculo, sino porque le salía
barato a la empresa. Mi intuición periodística no da para tanto. De
hecho, a veces me cuesta acertar lo que hice el día anterior.
R: Hasta
llegar a sucesos ¿qué más te tocó hacer?
A:
Empecé en la sección de deportes e hice luego toda clase de
trabajos sin que me quedase sin tocar una sola especialidad. Los
sucesos creo que son fudamentales en la conexión del periodista con
la realidad social
R: Por
realidad social supongo que entiendes el lado oscuro de las ciudades,
en tu caso casi ventidós años de la Compostela de finales del siglo
XX, ¿qué enseña ese mundo?
A: Ese
mundo es el mundo de las cloacas sociales: droga, prostitución,
delincuencia... Lo habita gente al límite de su resistencia moral,
al borde siempre de la derrota. En esas condiciones la gente se
comporta con la misma relajación que cuando uno en un apuro detiene
el coche sin poner siquiera el freno de mano y hace de vientre en el
campo. Esa ligereza es el origen de una sinceridad extrema,
contundente. Si un hombre no aprende de eso, ya no aprenderá de
nada.
La
miseria produce un estado mental de dudoso gusto moral pero de gran
lucidez.
R:
Acercarte a la noticia, ¿fue peligroso?
A: Fue
muy peligroso. Son muchas tentaciones y todas muy agradables. Por lo
general, las decisiones que arruinan a un hombre suelen ser las
mismas que lo hacen inmensamente feliz. La tentación de esa
felicidad amoral era continua y pudo acabar con mi equilibrio
emocional y con mi vida.
Por
suerte para mi, supe que donde tenia mis sueños no tendria nunca al
mismo al mismo tiempo mi pijama.
R:
¿Conoces el miedo?
A: Claro
que lo he conocido. Pero el sabor del miedo es vicioso, tentador,
como el que siente el tipo que se entretiene acelerando el coche y
frenando luego al borde del barranco. El miedo es fundamental
sentirlo para disfrutar del placer de vencerlo, procurando no caer en
la temeridad.
Al final
de lo que se trata es de vencer el miedo y para eso lo mejor es
formar parte de él.
R:
Dentro de la oscuridad, la prostitución, te he leído que se aprende
más de la vida en un burdel que en una biblioteca, ¿son los
burdeles tu fijación, tu "musa"?
A: Son
mi musa colectiva, mi inspiración plural. Aprendí mucho de esas
mujeres y del ambiente en el que viven. He visto más inmoralidad e
hipocresía muchos domingos a la salida de la misa. Pero no caeré en
la tentación de hacer un elogio encendido de la prostitución. No es
un trago agradable para ellas. Su moral acaba resentida, aunque antes
se les haya jodido el estómago.
Ellas
saben que rezar no es lo peor que una mujer puede hacer
indiscriminadamente con la boca. Son muy religiosas la mayoria. En
las habitaciones de los burdeles he visto más Vírgenes y más
Santos que en muchas capillas.
R: Al
hilo de esta conversación te preguntaría Macu Infante, ¿fuiste tan
canalla como apareces en tus crónicas o es una pose?
A: No
tengo edad para andarme con poses. Tampoco presumo de canalla.He sido
como he sido y como lo he contado en los periódicos.
Quienes
me conocen saben como soy.
R: Jorge
Gónzález Meira te pregunta, ¿cuál fue el disfraz que más le
duró, intentando ser quien no era?
A: ¿Me
conoces tú algún disfraz?
R: Yo
no, la verdad.
A: Yo no
me he disfrazado ni en Carnaval. (Sonrisa)
He sido
un hombre muy libre. Y la libertad no es un disfraz; es una actitud
R: Y
volviendo a esos ventidós años de sucesos, ¿cómo convive esa vida
con un trabajo bancario y una familia?
A:
Convive mal, en tensión permanente. Mi trabajo en Caixa Galicia me
obligaba a madrugar sin haber dormido. Y la vida matrimonial me
obligaba a convivir en el seno de una familia que no se parecia nada
a mis tentaciones personales, ni a mis hábitos. Era como ser
capellán en el infierno.
Por eso
mi vida familiar ha sido un fracaso. Y mi divorcio no fue un disfraz,
obviamente.
R: Hay
gente que no se termina de creer que Alvite fue un cajero de Caixa
Galicia
A: Lo
fui durante treinta años. Alguna gente cree que mi papel tendría
que serel del atracador del banco, pero la realidad es otra. He sido
un trasnochador, un bohemio, un tirado, pero no un delincuente
Por
cierto, en la ventanilla de un banco también se conoce muy bien a la
gente.
R: ¿A
tu segunda mujer, por ejemplo?
A: A
ella la conocí en un periódico en la que ella entró como becaria
R: Y de
esa segunda boda, ¿qué recuerdas?
A:
Recuerdo que fue breve. Nos casamos en un Juzgado, así que fue algo
rápido, casi sumarial.
R: Así
dicho parece que hubo levantamiento de cadáver...
A:
(Risas) En el juzgado había de todo aquella mañana: policías,
delincuentes, abogados,...y nosotros con un puñado de invitados.
Nos
faltó salir esposados
R:
Salisteis esposos...perdón por el chiste fácil
A:
Salimos desposados claro.
R: Y
sigues casado...
A: De
momento
Siempre
supe que mi aptitudes matrimoniales eran reducidas y que en cualquier
momento podría fracasar. Eso ha sido así y así sigue siendo. Va en
mi manera de ser. Reconozco mis limitaciones para la vida
matrimonial, igual que entiende un mudo que no le contraten para el
Orfeón Donostiarra.
R: Y
tienes tres hijos...
A: Si
tres hijos de dos matrimonios.
R:
¿Alguno seguirá la estirpe?
A: Nada
apunta a que eso ocurra. Han tomado caminos distintos y ninguno pasa
por el periodismo. No importa. Supongo que hay otros vicios incluso
más divertidos.
R: Yo me
sé la historia pero la verdad es que me encanta, ¿cómo llegaste al
Savoy?
A: El
Savoy lo di a conocer en mi columna de LaVoz de Galicia hace casi
veinte años. Enseguida desistí de seguir porque al redactor jefe de
turno no le parecía una idea interesante. Volví a la carga años
más tarde, en la contraportada de Diario 16 de Madrid, en mayo del
98, nueve dias antes de la muerte de Frank Sinatra. Desde entomces
funciona en la prensa y desde 1999 en la radio.
Aquel
redactor jefe no podrá presumir de perspicacia desde luego.
Redondeando
a ojo creo que habré hecho unas dos mil crónicas del Savoy.
R: No se
había hecho nada igual en la prensa española...
A: En la
presa española hubo siempre una cierta aversión hacia la ficción
literaria. La opinión pública es mucho más sagaz. Como en casi
todo.
R: Con
tu permiso me voy a recrear en el Savoy, que es mi lugar favorito
No
tienes que pedirme permiso...Además el Savoy es mi marca de fábrica
R: Quien
lo ha leido y lo ha escuchado, sabe identificarte entre la multitud y
el espesor del humo, ¿te han enseñado tus personajes algo a ti?
A: Yo he
reflejado en los personajes muchas de mis experiencias y de mis
pensamientos. También he de reconocer que algunos de ellos me han
ayudado luego a indagar sobre su identidad y de paso me han sido
útiles para conocerme un poco mejor.
Creo que
ellos son lo mejor de mi y a ellos les debo mi redención moral.
Además,
me han ayudado a comer.
R: Al
final el Savoy está lleno de buenos tipos...
A:
Muchos son una estupenda mala gente. Son malos de buena fé.
R: Del
Savoy te han hecho muchas preguntas, y yo reconozco que te he hecho
miles, pero dime ¿Cuál es tu rincón favorito del Club?
R: La
mesa de Tonino Fiore entre la penumbra y el borde de la luz que
ilumina la tarima de los cantantes. Es una especie de limbo moral en
el filo del bien y del mal, entre el arte y el crimen.
A: ¿A
dónde da el callejón de la puerta de atrás?
R: Es un
callejón sin salida.
R: ¿Es
eso una metáfora?
A: Es
uno de esos sitios en los que resguarda el viento la basura. Un lugar
sin escapatoria, como son en realidad las viads de los personajes del
Savoy: gente sin salida, hombres y mujeres a menudo con la nuca
estampada en la cara. ¿Una metáfora? Si, lo es.
R: ¿Has
sido pareja de Lorraine Webster, tuviste una historia con Kate
Sinclayr? ¿Por qué no Terry?
A: Te
fijas en todo, incluso más de lo que me fijo yo. Tienes razón.
Tengo un poco descuidada a la pobre Terry. Es una chica buena. Y ya
sabes que la bondad nos hace invisibles. Porcuraré prestarle más
atención a partir de ahora.
R: Hay
muchos personajes que van y que vienen, incluso estuvo Sinatra, ¿se
te olvidan o los tienes presentes por si vuelven?
A: Los
personajes de paso me ayudan a crear cierta sensación de
inseguridad, de tránsito, de incertidumbre, de desarraigo. Los
personajes fijos son como el paisaje y los que están de paso, son
como el viento que acuesta la hierba.
A mi me
gustaron siempre los extraños, los forasteros, la gente que no se
queda tanto como para que averigües su perfume.
Lo
pasajero suele ser atractivo. Por eso en las oficinas bancarias el
contable es menos interesante que el atracador.
R: Eres
consciente de que mataste a Lorraine dos veces, de dos maneras
distintas, en dos ciudades diferentes...
A: De la
doble muerte de Lorraine me enteré gracias a tu minucioso trabajo de
selección de textos para "Humo en la recámara" y me llevé
una sorpresa porque no lo recordaba. Siento haberme ensañado con
ella de ese modo.
R: Te
pregunto por motivos obvios, ¿te molestó la osadía de que
"alguien", por internet, pusiera un gato en el tejado del
Savoy?
A: En
absoluto. Ese gato literario es una especie de ángel heterodoxo que
me ha servido para tener un punto de vista nuevo sobre las historias
del Savoy. Además el gato es un ser solitario y autodidacta, un
forajido. Y eso es siempre muy literario.
Por cierto, echo de menos sus maullidos.
R: Tendrá frío.
Por cierto, echo de menos sus maullidos.
R: Tendrá frío.
A:
Buscaré la manera de que se instale a su antojo en el Savoy.
R: ¿Cómo
te enfrentas a una nueva Crónica del Savoy después de tantas?
A: Cada
nueva crónica del Savoy es un desafio temático y literario porque
es necesario ser novedoso para que no decaiga el interés del lector
o del oyente. Amedida que se consumen argumentos, se acortan las
posibilidades de resultar novedoso. De todos modos, siempre hay por
donde salir y hacia donde seguir. Lo importante es que no se cansen
los "espectadores".
R: ¿Usas
música?
A:
Siempre, hace ya bastantes años que no concibo el ejercicio de la
literatura sin asociarlo a la músical. Los resultados son distintos
precisamente en funcion del género muscial que esuche. La música me
proporciona el tono emocional necesario para la escritura. Me influye
tanto como la luz al pintor.
R: Ramón
Castro te pregunta, hablando de música, cuáles son las tres
canciones de la banda sonora de tu vida.
A: No
tengo tres canciones especiales. Son centenares de ellas y la
influyen alternativamente porque la repetición acaba privándolas de
sus efectos. Pero creo que es obvio que el repertorio melódico de
Sinatra es clave y que la voz de Barbara Streisand es significativa,
pero tambien Sarah Vaugham, Dinah Washington, Perry Como, Tony
Bennett...son muchos, incluyendo clásicos como Mahler y bandas
sonoras del cine
R: ¿Y
también fumas para escribir?
A: Como
bien sabes, fumo para todo, incluso para ayudarme a pensar
inutilmente en la posibilidad de dejar de fumar.
R: La
pregunta de Antonia Corpas es ahora la mejor, ¿Cuándo vas a dejar
de fumar?
A: No es
algo que tenga en mi agenda. De todos modos, mi intención es reducir
el consumo y pasar de ser un fumador compulsivo a ser un fumador
empedernido. El tabaco es malo para la salud, lo reconozco, y creo
que lo dejaría si viese mi vida en peligro.
R:
Sigamos con el trabajo....si te parece
Te
pregunta Ángel Javier Martin Vicente que ¿en qué momento de tu
vida surgió o comenzó el uso masivo de metáforas y aforismos?
A: Desde
que tengo recuerdo de haber escrito algo con intención literaria,
cuando era niño. Me fascinaba la sonoridad de las frases en funcion
de su estructura, como si las letras fuesen pájaros ocupando
distintas prosiciones en el tendido eléctrico.
La prosa
notarial resulta precisa, exacta pero fría y poco emocionante.
R:
Isabel González, te pregunta, ¿Siendo un escritor prolífico en
metáforas que no en libros publicados “de momento”, pero con esa
acidez y mordacidad que le caracteriza.¿ Ha tenido que lidiar con
algún suceso polémico o comprometido, que le hiciera replantearse
su original manera de hacer las crónicas y su literatura?
A:
Los problemas que tuve al plantearme mi manera de escribir fueron
siempre en mi contacto profesional con algunos jefes de redacción,
por lo general muy reacios a considerar la literatura como un valor
añadido del periodismo. Ignoran que Hemingway o Faulkner o Capote,
entre otros, habian sido periodistas con intención literaria. Con
los lectores jamás he tenido dificultades de relación, lo que me
hace pensar que el gran problema del periodismo actual reside en su
distanciamiento de la opinión pública.
R: Paco Lara te dice que porqué tus relatos algunas veces son tan enrevesados y para decir una cosa le das tantas vueltas?
A: Vaya, eso me sorprende. Tendría que estar en su cabeza para tener esa percepción y responderle. Se puede escribir de una manera más simple, es obvio, pero para eso ya existían antes los telegramas y en algunas tribus usan el tan tan o las señales de humo, que no tienen sintaxis ni ortografía. Malher hace música. Las campanas de las Iglesias, también. Malher es más complejo, y las campanas, más simples. Para llamar a misa están bien las campanas; para disfrutar de la música, sinceramente, prefiero a Mahler.
R: Tus seguidores y lectores gallegos han podido disfrutar de una obra tuya que tenía lugar en un manicomio, "El manicomio de Alvite", ¿crees que podremos el resto acceder a este grupo de artículos en un libro en algún momento?
A: Esa es mi intención. Solo falta con dar con el editor adecuado, y con la persona que sistematice los textos y lo organice un poco.
R: Conmigo cuentas...claro..
R: Por último quisiera ponerme un poco trascendental, bueno...solo un poco.
A: Adelante
R: ¿Crees en Dios?
A: Es un asunto peliagudo, complicado, que no me atrevería jamás a reducir a una respuesta lacónica o efectista. Yo no soy creyente, ni ateo. Soy un agnóstico atribulado, angustiado, sin duda necesitado de resolver esa duda. He evolucionado mucho en mis actitudes frente a la religión y admiro a los creyentes. Porque contra lo que que se piensa, entiendo que lo fácil es no creer y que lo que requiere esfuerzo es la fue. Yo miro a mi alrededor y me doy cuenta de que los escépticos vivimos con miedo y envejecemos con pánico. Pero yo no creería jamás en Dios por conveniencia, como quien cree en la cirujía plástica, sino porque a veces creo que me lo pide el cuerpo. Supongo que Dios no es un capricho, ni una apuesta, sino una necesidad. Es algo que tengo que resolver sin complejos intelectuales de ningun tipo.
R: ¿Eres feliz?
A: No soy feliz en términos generales pero tengo razones personales muy íntimas, de índole sentimental, para considerarme un hombre muy afortunado y muy feliz. También es cierto que esa felicidad lleva aparejado sin remdio el temor a perderla.
R: ¿Qué te hace llorar?
A: Me hace llorar el heroismo cotidiano de la gente sencilla, sus esfuerzos para salir adelante, su resignación y su callada tristeza. Y me hace llorar el recuerdo de la inocencia perdida, de cuando en la mañana de Reyes incluso me hacía feliz jugar con la caja del regalo.
R: ¿Eres celoso?
A: Muy celoso. Insoportablemente celoso. Me doy cuenta de ello en intento controlarme, pero es una batalla siempre perdida. Si dejase de ser celoso, sería seña inequívoca de que ya no estoy enamorado. Comprendo que los celos hacen daño a los demás, pero ¡demonios!, también hace daño el fuego de la cocina si se nos va de las manos.
R: Me consta que eres un hombre muy generoso en todos los aspectos de la vida, pero dime, ¿qué es lo último que te han regalado?
A: Alguien que respeta mis decisiones pero sería feliz si yo dejase de fumar, ironicamente me ha regalado un sugerente y evocador mechero de martillo. Tiene grabadas las iniciales L.W., referidas a Lorraine Webster, el personaje femenino del Savoy que tantas veces acude como recuerdo a una cita con Al en la soledad de la madrugada. Supongo que ese mechero no es un incentivo para que fume, sino una tentación para que lea.
R: ¿Y lo último que has regalado?
A: Sinceramente no recuerdo cual fue mi último regalo. Soy muy descuidado con los gastos.
R: Una pregunta de Adela Martin Pose, si pudieras pedir un deseo, ¿cuál sería?
A: Soñar con ella dentro de la cabeza de la mujer a la que amo, para que no le quepa ninguna duda.
Otro deseo, que quienes tenemos las dos manos ocupadas, dejemos algo para que ocupen al menos una de las suyas las personas que no tienen trabajo en España.
R: ¿Confías en las personas?
A: Por desgracia, en eso voy caso por caso. Creo en la gente en general, pero me he llevado unos cuantos chascos. Lo que hago es perdonar. Tampoco guardo rencor. No sé hacer esas cosas tan ruines. Aunque reconozco que tiene su encanto, me falta habilidad para el mal.
R: Mari Carmen Diaz Guerrero te pregunta, ¿Qué asignatura tienes pendiente en la vida, aspiras a conseguirla?
A: Como nunca me he marcado un objetivo profesional, no considero que tenga metas sin alcanzar. Mi idea de la satisfacción consiste en llegar a donde sea y pensar luego que ese es justamente el sitio al que tendría que haber llegado. Mis metas incumplidas son de otro orden y tienen más que ver con mi felicidad sentimental y con mi conciencia. Si es a esas metas a las que se refiere la pregunta, mis metas sin alcanzar tienen que ver sobre todo con mi estabilidad espiritual.
R: Tu sobrino Nacho, que sé que es especial para ti y que os tenéis un gran cariño ha tenido la deferencia de mandarme también una pregunta pese a que evidentemente vuestros lazos familiares dan para otra confianza... El te pregunta ¿Cuál fue el momento más feliz de tu vida?
A: Nunca me he preocupado de hacer una lista de momentos felices. Mis tres paternidades son momentos felices, pero hay mucho más que tienen un rango distinto y son tambien esenciales en mi vida. En el orden profesional, mi primer contacto con Carlos Herrera es sin duda fundamental. Y no podría negar que fui feliz las dos veces que me casé.
Pero en conjunto mi máxima felicidad fue durante la infancia y el comienzo mi adolescencia.
R: Después de tantas preguntas me queda la de Luchy López a la que por motivos de auténtica osadía al atreverme a hacerte esta entrevista, me añado: ¿Qué pregunta te hubiera gustado contestar y sin embargo, jamás te la hizo nadie?
A: Podrían preguntarme por mis remordimientos, que son unos cuantos y me tienen siempre muy ocupado. Pero no estoy seguro de que fuese capaz de conestar porque me hace mucho daño recordar los motivos por los que tengo esos remordimientos.
La entrevistadora tiene conmigo la suficiente confianza para estar al tanto de esos remordimientos y creo que comprenderá que sea reservado.
R: Comprendido.
Te he oido en varias charlas a las que he tenido el inmenso privilegio de asistir contigo, con periodistas de la vieja escuela, que las redacciones ya no son lo que eran, que no hay sonido de máquinas, ni humo, ni alcohol en el cajón del redactor jefe, sin embargo tú ahora escribes desde casa, cómodamente, llega rápido, sin necesidad de llegar a la redacción...el mundo avanza, ¿que opinión tienes hoy de facebook?
A: Facebook ha sido una agradable sorpresa para mi. Recelaba de las redes virtuales. Me parecían una estupidez. Es obvio que mi actitud frente a ellas es ahroa bien distinto. Muchas de mis mejores amistades las tengo en Facebook. En La Red no hay antros, ni garitos, ni copas, pero hay imaginación. Y la imaginación es el material con el que trabajo más a gusto.
R: Termino ya, ¿he aprobado?
A: Has sido un hallazgo periodístico, pero no me sorprende porque te conozco. Tu actitud es verdaderamente profesional y me confirma en la idea de que el periodismo pertenece a la gente que lee. A esa gente, a ti, es a quien hay que devovlerle la iniciativa de la verdad. Gracias por la entrevista. Ha sido un honor y espero haber estado a la altura.
Naturalmente, agradezco el interés y las preguntas de mis amigos de Facebook, a quienes tanto debo.
R: Gracias por todo, por la confianza y el cariño.
R: Paco Lara te dice que porqué tus relatos algunas veces son tan enrevesados y para decir una cosa le das tantas vueltas?
A: Vaya, eso me sorprende. Tendría que estar en su cabeza para tener esa percepción y responderle. Se puede escribir de una manera más simple, es obvio, pero para eso ya existían antes los telegramas y en algunas tribus usan el tan tan o las señales de humo, que no tienen sintaxis ni ortografía. Malher hace música. Las campanas de las Iglesias, también. Malher es más complejo, y las campanas, más simples. Para llamar a misa están bien las campanas; para disfrutar de la música, sinceramente, prefiero a Mahler.
R: Tus seguidores y lectores gallegos han podido disfrutar de una obra tuya que tenía lugar en un manicomio, "El manicomio de Alvite", ¿crees que podremos el resto acceder a este grupo de artículos en un libro en algún momento?
A: Esa es mi intención. Solo falta con dar con el editor adecuado, y con la persona que sistematice los textos y lo organice un poco.
R: Conmigo cuentas...claro..
R: Por último quisiera ponerme un poco trascendental, bueno...solo un poco.
A: Adelante
R: ¿Crees en Dios?
A: Es un asunto peliagudo, complicado, que no me atrevería jamás a reducir a una respuesta lacónica o efectista. Yo no soy creyente, ni ateo. Soy un agnóstico atribulado, angustiado, sin duda necesitado de resolver esa duda. He evolucionado mucho en mis actitudes frente a la religión y admiro a los creyentes. Porque contra lo que que se piensa, entiendo que lo fácil es no creer y que lo que requiere esfuerzo es la fue. Yo miro a mi alrededor y me doy cuenta de que los escépticos vivimos con miedo y envejecemos con pánico. Pero yo no creería jamás en Dios por conveniencia, como quien cree en la cirujía plástica, sino porque a veces creo que me lo pide el cuerpo. Supongo que Dios no es un capricho, ni una apuesta, sino una necesidad. Es algo que tengo que resolver sin complejos intelectuales de ningun tipo.
R: ¿Eres feliz?
A: No soy feliz en términos generales pero tengo razones personales muy íntimas, de índole sentimental, para considerarme un hombre muy afortunado y muy feliz. También es cierto que esa felicidad lleva aparejado sin remdio el temor a perderla.
R: ¿Qué te hace llorar?
A: Me hace llorar el heroismo cotidiano de la gente sencilla, sus esfuerzos para salir adelante, su resignación y su callada tristeza. Y me hace llorar el recuerdo de la inocencia perdida, de cuando en la mañana de Reyes incluso me hacía feliz jugar con la caja del regalo.
R: ¿Eres celoso?
A: Muy celoso. Insoportablemente celoso. Me doy cuenta de ello en intento controlarme, pero es una batalla siempre perdida. Si dejase de ser celoso, sería seña inequívoca de que ya no estoy enamorado. Comprendo que los celos hacen daño a los demás, pero ¡demonios!, también hace daño el fuego de la cocina si se nos va de las manos.
R: Me consta que eres un hombre muy generoso en todos los aspectos de la vida, pero dime, ¿qué es lo último que te han regalado?
A: Alguien que respeta mis decisiones pero sería feliz si yo dejase de fumar, ironicamente me ha regalado un sugerente y evocador mechero de martillo. Tiene grabadas las iniciales L.W., referidas a Lorraine Webster, el personaje femenino del Savoy que tantas veces acude como recuerdo a una cita con Al en la soledad de la madrugada. Supongo que ese mechero no es un incentivo para que fume, sino una tentación para que lea.
R: ¿Y lo último que has regalado?
A: Sinceramente no recuerdo cual fue mi último regalo. Soy muy descuidado con los gastos.
R: Una pregunta de Adela Martin Pose, si pudieras pedir un deseo, ¿cuál sería?
A: Soñar con ella dentro de la cabeza de la mujer a la que amo, para que no le quepa ninguna duda.
Otro deseo, que quienes tenemos las dos manos ocupadas, dejemos algo para que ocupen al menos una de las suyas las personas que no tienen trabajo en España.
R: ¿Confías en las personas?
A: Por desgracia, en eso voy caso por caso. Creo en la gente en general, pero me he llevado unos cuantos chascos. Lo que hago es perdonar. Tampoco guardo rencor. No sé hacer esas cosas tan ruines. Aunque reconozco que tiene su encanto, me falta habilidad para el mal.
R: Mari Carmen Diaz Guerrero te pregunta, ¿Qué asignatura tienes pendiente en la vida, aspiras a conseguirla?
A: Como nunca me he marcado un objetivo profesional, no considero que tenga metas sin alcanzar. Mi idea de la satisfacción consiste en llegar a donde sea y pensar luego que ese es justamente el sitio al que tendría que haber llegado. Mis metas incumplidas son de otro orden y tienen más que ver con mi felicidad sentimental y con mi conciencia. Si es a esas metas a las que se refiere la pregunta, mis metas sin alcanzar tienen que ver sobre todo con mi estabilidad espiritual.
R: Tu sobrino Nacho, que sé que es especial para ti y que os tenéis un gran cariño ha tenido la deferencia de mandarme también una pregunta pese a que evidentemente vuestros lazos familiares dan para otra confianza... El te pregunta ¿Cuál fue el momento más feliz de tu vida?
A: Nunca me he preocupado de hacer una lista de momentos felices. Mis tres paternidades son momentos felices, pero hay mucho más que tienen un rango distinto y son tambien esenciales en mi vida. En el orden profesional, mi primer contacto con Carlos Herrera es sin duda fundamental. Y no podría negar que fui feliz las dos veces que me casé.
Pero en conjunto mi máxima felicidad fue durante la infancia y el comienzo mi adolescencia.
R: Después de tantas preguntas me queda la de Luchy López a la que por motivos de auténtica osadía al atreverme a hacerte esta entrevista, me añado: ¿Qué pregunta te hubiera gustado contestar y sin embargo, jamás te la hizo nadie?
A: Podrían preguntarme por mis remordimientos, que son unos cuantos y me tienen siempre muy ocupado. Pero no estoy seguro de que fuese capaz de conestar porque me hace mucho daño recordar los motivos por los que tengo esos remordimientos.
La entrevistadora tiene conmigo la suficiente confianza para estar al tanto de esos remordimientos y creo que comprenderá que sea reservado.
R: Comprendido.
Te he oido en varias charlas a las que he tenido el inmenso privilegio de asistir contigo, con periodistas de la vieja escuela, que las redacciones ya no son lo que eran, que no hay sonido de máquinas, ni humo, ni alcohol en el cajón del redactor jefe, sin embargo tú ahora escribes desde casa, cómodamente, llega rápido, sin necesidad de llegar a la redacción...el mundo avanza, ¿que opinión tienes hoy de facebook?
A: Facebook ha sido una agradable sorpresa para mi. Recelaba de las redes virtuales. Me parecían una estupidez. Es obvio que mi actitud frente a ellas es ahroa bien distinto. Muchas de mis mejores amistades las tengo en Facebook. En La Red no hay antros, ni garitos, ni copas, pero hay imaginación. Y la imaginación es el material con el que trabajo más a gusto.
R: Termino ya, ¿he aprobado?
A: Has sido un hallazgo periodístico, pero no me sorprende porque te conozco. Tu actitud es verdaderamente profesional y me confirma en la idea de que el periodismo pertenece a la gente que lee. A esa gente, a ti, es a quien hay que devovlerle la iniciativa de la verdad. Gracias por la entrevista. Ha sido un honor y espero haber estado a la altura.
Naturalmente, agradezco el interés y las preguntas de mis amigos de Facebook, a quienes tanto debo.
R: Gracias por todo, por la confianza y el cariño.
¿Y Conxo? ¿Y la señorita Santesmases? Que olvido más tonto...
ResponderEliminarComo ve, la entrevista es de hace año y medio, el libro "Lilas en un prado negro" no estaba en la calle. Es por eso que no se podía hablar ni de Conxo que en realidad es Restande en el libro, ni de la señorita Sarandeses
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