Se
recostó levemente en el pequeño silloncito de la coqueta cafetería
del hotel. Ella reconocía esas butaquitas como calzadoras, y su
abuela las tenía en el dormitorio para cumplir esa función, la de
cambiarse los zapatos y en ocasiones ponerse las medias, que no
panties. Su abuela era una mujer elegante, alta, delgada, de
brillantes ojos verdes y pelo rubio peinado como mandaba la época,
su época, absolutamente británica de modales exquisitos. Siempre quiso tener su prestancia.
El
ruido de la cucharilla de su acompañante le hizo volver a la
realidad y miró su taza de café, nisiquiera humeante, y se preguntó
de qué tipo sería hoy, siempre tomar café era una aventura, entre
el matarratas y el laxante. En poquísmas ocasiones estaba bueno.
Cogió el azúcar e hizo ademán de abrirlo, fue un amago, proque no
le gustaba el café dulce sin embargo se distraía siempre jugando
con el sobrecito de papel que guardaba tan dulce tesoro. Es cierto
que a veces de tanto jugar se ocasionaba alguna fisura y entonces el
entretenimiento pasaba a ser espurreo de bolitas, un momento de
vergüenza, y pringue en los dedos. Le llegaba el rumor de la conversación y se percató de que no estaba prestandole nada de atención y lo más probable es que se le estuviera reflejando en la cara la absoluta desconexión. Como si ejerciera de hilo conductor se incorporó con rapidez y se afanó en captar palabras claves que le ayudaran a reconocer los derroteros por los que iba la exposición de su compañero.
Fue fácil, hacía una aburrida descripción de la empresa, del grupo empresarial, del número de puestos de trabajos directos e indirectos, de la calidad de la política de empresa, del seguimiento y formación continúa de sus empleados, del organigrama real y funcional..., no se había perdido nada interesante.
- Entonces, le preguntó, ¿qué te atrae de trabajar con nosotros?
Maldiciendo íntimamente esos manuales de recursos humanos que ella misma había dado por buenos e incluso había estudiado con verdadera devoción con fe ciega en sus capacidades y resultados sonrió levemente y se puso a dar la respuesta tipo, la esperada, la que siempre daba. Pero de repente algo le dijo que estaba cansada, aburrida, que siempre era la misma rutina predecible y la sonrisa se le ensanchó.
- Verá yo de su empresa espero un sueldo digno, una formación adecuada y buen ambiente de trabajo, yo a cambio seré una buena profesional, dando lo mejor de mi pero no se engañe, lo que de verdad quiero es ser yo misma, puede que yo no sea nadie, pero no soy nadie gracias a mi, y el día que sea alguien con más o menos relevancia social, laboral o profesional será así mismo gracias a mi y nada más que a mi.
Volvió a dejar caer su cuerpo, ya con menos elegancia, como si se hubiera quitado un peso de encima, una losa que le oprimía desde hacía demasiado tiempo, había que hacer lo correcto, es cierto, pero no tenía que sentirse inferior, aterrorizada o coaccionada. Era su vida, sus ideas, su manera de entenderla y ya estaba bien de pedir perdón implícitamente sólo por el hecho de ser de otra manera.
Miró a su interlocutor que le miraba de manera distinta. Había captado su atención pero no sabía si eso podría ser bueno o no. Se preparaba para el "ya le llamaremos" cuando escuchó la magia del "si le parece bien, hablemos de números y si le convence mi propuesta, mañana firmaremos el contrato".
Real como la vida misma.Ojalá llegue ese contrato a muchas casa para aliviar la precaria situación de este pais.Me gusta leerte,ya lo sabes..
ResponderEliminarSe requiere valor para jugársela a la carta de la dignidad, cuantos nos hemos visto en esa tesitura, obligados a mantener una pose exigida. Sin embargo pienso que, hoy por hoy, que la oferta es tan escasa, ser uno mismo, lejos de ser un handicap puede marcar la diferencia entre un "te llamaremos" y un "bienvenido".
ResponderEliminarSaludos
Muy bueno, también yo me veo reflejada en tu relato, en mi juventud (cuando era tan tímida) lo he pasado mal en las enrevistas de trabajo, por suerte solo fracasé en dos, una prueba de mecanografía y otra de inglés, todas las demás fueron francamente satisfactorias y se sale de ellas con ganas de comerse el mundo.Gracias por desempolvar mis recuerdos, es un placer leerte guapa!!
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