Un día reflexionaba lo que era el lujo, no en su industria siempre fructífera, sino en la subjetividad del lujo. Parece ser que por más crisis que haya las personas que consumen productos lujosos siguen haciéndolo, incluso aún más, por lo que se podría deducir, que a menor capacidad adquisitiva del resto, mayor abanico de gasto para unos pocos. Pero mis reivindicaciones no iban hoy por ese lado, quería hablar de la subjetividad del lujo. Para cada persona entiendo que habrá cosas que le resulten más atractivas que otras de la misma manera que no todos tenemos los mismos gustos.
Entiendo por lujo, y no es más que una definición propia que puede ser totalmente rebatida, aquello que nos produce placer o alegría una vez tenemos cubiertas unas necesidades de afecto, de alimentación y de salud. Es decir, si queremos y somos queridos, si nosotros y nuestros familiares y amigos se encuentran bien de salud, si podemos permitirnos las tres comidas al día y hasta en ocasiones cinco...¿Qué es lo que más nos gusta?
Yo estuve pensando y después de mucho decidí que para mi una vez mis hijas y los mios estan sanos, física e intelectualmente, que me siento querida y no falta comida en mis platos lo que de verdad valoro es el espacio, los libros y los viajes.
Lo del espacio es causa efecto en cierta manera de los libros, aunque no son los únicos culpables. Descubrí que para mi era un lujo gracias a una fantástica definición que nos hizo mi compadre hace como muchos años, en nuestra segunda o tercera casa, él nos dijo que eramos como los gases nobles, que nos expandíamos, y es cierto, por más grande que sea la casa en la que vivo, al final siempre la tengo llena de cosas.
Además siempre tengo la sensación de vivir en un tetris, infinidad de veces para coger algo tengo que mover tres cosas con anterioridad.
Supongo que habrá un momento en el que por fin tenga espacio para todo lo que quiero pero este lujo no lo he conseguido y dudo que lo consiga conociéndome.
Los libros, mi segundo lujo, libros de los de verdad, de los de papel, de los que necesitan espacio. Hoy por hoy o quizás siempre lo fueron, es un lujo caro de mantener, entre otras cosas porque en mi familia todos somos grandes lectores y de la misma manera que no aparecería por casa con pasteles solo para mi, sería incapaz de comprarme un libro y no llevar para los demás, con lo cual haciendo simples multiplicaciones, por poco que se quiera gastar y hasta tirando de ediciones de bolsillo o de ofertas, ese placer sale por una factura abultada.
De los libros me gusta todo, su olor, tu textura, hasta verlos en las estanterías me gusta. Disfruto cuando mi hija se lee un libro que yo me leí y me gustó y cuando veo como ella le pasa el testigo de uno que a ella le entusiasmó a su hermana. Me encanta coger cualquier volumen al azar y abrirlo por cualquier parte y leer una página mientras espero, o mientras voy limpiando...
El último lujo son los viajes, no necesito que sean viajes a la Polinesia, ni a Sudáfrica, que también estarían bien. Me vale un día en un pueblo pequeño, una tarde visitando una ciudad cercana, un fin de semana en alguna parte de España.Si el trayecto es más lejos, conociendo diferentes culturas, más tiempo disfrutándolo pues mucho mejor, que a nadie el amarga un dulce.
Prefiero destinos culturales antes que de sol y playa, por supuesto con mi familia y una cámara de fotos que nos ayude después a recordar los distintos momentos, las anécdotas, las risas...
Un viaje lo disfruto durante la preparación, durante el viaje en si y cada vez que lo recuerdo. Se que hay personas que le parece un gasto superfluo y una tontería, yo se que no es un gasto de primera necesidad, lo enmarco en el lujo, aunque sea durmiendo en la pensión Casa María.
Son tiempos duros para los lujos, para mis lujos, no pretendo crear un dogma ni que nadie piense como yo, simplemente, estos son los mios.
buenas adicciones y bien definidas
ResponderEliminarpp
Niña parece que lo he escrito yo, me veo reflejada en todo cuanto dices. Gracias por hacer una radiografía de mis pensamientos. Muassssssss
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