Reconocía
que ella no tenía sueños, sino auténticos filmes hollywoodienses,
desde su más remota infancia se recordaba soñando con un futuro
impresionante, no era un futuro de lujos extremos, ni de millonarios
gastos, no había jet privados, ni cenas sorprendentes en Paris, no
había fiestas en un lujoso ático de Nueva York, ni una corte de
personal de servicio que hiciera las tareas de casa. Nada televisivo.
Su sueño era una vida de profesional brillante, de trabajadora
ejemplar, de emprendedora de éxito, pero un éxito relativo. Nunca
soñó con una vida que no costara esfuerzo, que llegara abundante y
preñada de recursos llovida del cielo, sabía que "el dinero no
crece de los árboles" y que "las cosas no las regalan,
cuestan dinero", frases maternales y frecuentes que no podía
dejar de recordar sin sonreír. Pese a todo.
Cierto
es que puso parte de empeño, se buscó una profesión con aparente
futuro, amplió el abanico de estudios para tener más oportunidades
y se adaptó a nuevas ideas y nuevos trabajos en los que a veces tuvo
que mentir en su curriculum, ¿cómo todo el mundo?, no, como
algunos, renegando de su titulación universitaria para acceder a
puestos de trabajos en teoría inferiores pero en ocasiones mejor
retribuidos.
Pensaba
que no era demasiado pedir, pero con el tiempo se dió cuenta que era
un sueño en high definition que se dedicaba a hacer agüillas en el
receptor de su vida.
Había
sacrificado y utilizado un tiempo, un esfuerzo y un dinero familiar
en formarse, había sido madre lo suficientemente temprano como para
que sus hijas fueran mayores a la hora de enfrentarse supuestamente a
trabajos más intensos, había seguido adelante intentando rebuscar
entre sus posibilidades para aportar a la familia ingresos y algo de
estabilidad.
Pero la
realidad es que el mercado laboral estaba cerrado, incluso para los
que antes contaban con ventajas, así que ahora podía desechar
acceder a un puesto de trabajo, pese a su experiencia y su formación,
puesto que además de tener las mal llamadas cargas familiares, cada
vez pasaba más y más tiempo sin encontrar un empleo, jugando en su
contra un calendario que debía de haber sido experiencia y se
convertía en una losa axfisiante.
A veces
olvidaba sus circunstancias, y volvían esos sueños infantiles en
los que conseguía un empleo y un reconocimiento a su desempeño, y
pensaba las pequeñas cosas que podría conseguir para los suyos y
cuando el sonido de la lavadora le hacía volver en sí se daba
cuenta que el presente para ella era sorprenderse mirándose al
espejo con ropa de saldo cuando en realidad se sentía vestida de
alta costura.
Más de
una vez había recurrido a manos tendidas a las que se había
agarrado con una mezcla de cariño, serenidad y agradecimiento. La
mayoría de las veces conseguía que esas manos además de impulsarla
le sirvieran de cálido abrazo. Y en cuanto tenía ocasión devolvía
la ayuda y repetía el abrazo.
Pero la
edad coloca arrugas y quita velos, añade años y despeja sueños,
tenía una vida buena, con una familia maravillosa y unos amigos
excelentes, los tiempos se oscurecían y no podía pensar que siempre
alguien le salvaría con un paraguas de la lluvia latente. Ante la
tormenta tenía que fabricar un refugio con los recursos que tenía,
y si la vida le otorgaba algún añadido, sólo tenía que
aprovecharlo fuerte y ser consciente que eso era algo extraordinario,
y que el día a día, lo cotidiano sería para ella ese refugio,
construido con lo que dispone y en su corazón, sus fuerzas, y su
ilusión estaría darle la mejor de las formas, la calidez más
hogareña y el confort más familiar.
Tomó
aire y se secó las lágrimas, la película había cambiado, era
diferente la programación, pero seguía siendo su historia, solo
tenía que resintonizar la televisión.
Hablas en segunda persona, pero me da a mi que refleja tu propia vida......Me gusta!!
ResponderEliminar¡ ay mi_amiga ! hay personas a las que siempre se le vera de alta costura aunque vaya con ropa de saldo
ResponderEliminarRocio, no siempre la vida nos da lo que planificamos. Pero hay que seguir intentándolo. Nunca, nunca deberímos de perder la esperanza, aunque haya días que nos gustaría meternos en un agujero. Un beso.
ResponderEliminarLa anterior soy Macu, es que necesito un perfil y no se que poner, nuevamente un beso.
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