Recostó
su cabeza en el sillón y miró al horizonte, la vista perdida pero
los sentimientos alerta, el cielo comenzó a desplegar todos sus
colores y desde los violetas a los rojos la paleta fue
intercambiándose en un baile conjunto de tonalidades y nubes
esbeltas.
Tanto
buscar, pensó, y finalmente había venido a vivir a un atardecer, y
qué bien sienta a oscuras, sin intención de que ninguna luz le haga
sombra.
Inmersa
en la ventana y en sus propios adentros no se dió cuenta de que la
noche se iba ciñendo, ajustada, brillante y negra, como un elegante
traje de noche, en su silueta.
Un
sonido familiar le hizo volver y ser consciente de su penumbra, unas
llaves, el sonido de unos pasos por el pasillo, reconocería esa
manera de caminar en cualquier parte del mundo, entre millones de
personas. Fue a gritar, ¡estoy aqui!, pero una luz cegadora
custodiada en forma de bombilla le hizo parpadear.
- Me
encontraste...- Siempre lo hago
- Es cierto, ¿recuerdas? En realidad lo primero que hiciste fue encontrarme.
El
recuerdo viajó a una playa, un otoño cálido, y un paseo por la
orilla, algunas personas disfrutaban con sus perros y otras iban
haciendo deporte, ella sólo paseaba dejando volar el tiempo y la
imaginación. Fue cuando él le llamó por la espalda y al volverse
le dijo: "si sigo tus huellas y sobrepongo tu sombra a la mía
creo que volveré a reflejarme en tu sonrisa" Jamás olvidaría
esa frase y como ella se afanaba en pensar cuándo había sido el
momento en el que le sonrió, su mente trabajó rápido mientras
lentamente sonreía intentando que no se le notara demasiado el
desconcierto. Al fin cazó al vuelo el momento, fue unas horas antes,
en su despiste se le cayó la chaqueta y no se dió cuenta, alguien
solícito le avisó y se la entregó y ella agradecida y avergonzada,
golpeaba con fiereza la chaqueta, mientras farfullaba disculpas y un
muchas gracias. ¡Era él! Estaba segura.
Después
de aquello un café, algunas cenas, una vida.
Había
pasado mucho tiempo desde entonces, una pequeña eternidad que hacía
que el tiempo fuera una medida estandar fuera de la relación. Eran
meses, años, semanas, depende del momento sentía que lo conocía de
toda la vida y en otras ocasiones parecía que fue ayer cuando se
conocieron y su pelo aún olía a salitre.
Se
levantó perezosamente y lo acompañó al dormitorio mientras se
cambia de ropa por una más cómoda. Se sentó en el filo de la cama,
las piernas juntas, la cabeza levantada, la espalda derecha. Y una
lágrima se derramó por su rostro hasta morir en su barbilla.
- ¿Sonríes
mejor? ¿Es que acaso prefieres regalarme una lágrima? Está bien,
lo acepto, gracias, siempre me gustaron tus regalos especiales- Tengo un regalo, es cierto
Se
volvió él en redondo, sorprendido por la contestación.
Y ella
intentando capturar cada uno de los momentos para retenerlos para
siempre en su memoria, en el capítulo de suprema felicidad, sonrió
entre lágrimas y asintió despacio...
Un mal dia y resultados sublimes, me encanta Rocio.
ResponderEliminarEs de lo mas bonito que he leído tuyo hasta ahora,sencillo,emotivo,lleno de sentimientos y sensibilidad.Gracias por tus regalos!!
ResponderEliminarMuy bonito, remonta, cielo
ResponderEliminarPili